11 de septiembre de 2002
Hace un año, la metáfora histórica que golpeó en la conciencia pública fue Pearl Harbor, (...), pero entonces predijimos que el reto iba a ser diferente y de alguna forma más complejo que 60 años antes. Un año más tarde, la nación sigue buscando una respuesta apropiada a sus reconocidos enemigos y retos. La amenaza es tan grave como parecía aquella terrible mañana, pero las complejidades han demostrado el embrollo que supone. (...) Sabemos ahora más que entonces sobre la gente que quiere hacernos daño. Mucho ya se sabía antes del 11-S, aunque fue descuidadamente ignorado, pero otro tanto es nuevo. (...) Ahora sabemos, y ya no podemos dejar de saberlo, que una red de terroristas fundamentalistas islámicos está resuelta a hacer daño a EE UU y sus aliados. (...) Para Al Qaeda, la guerra continúa. (...) Estamos en guerra, pero no contra ninguna nación; tenemos enemigos, pero no llevan uniformes; estamos empeñados en conseguir la victoria, pero podríamos no reconocerla una vez alcanzada. (...) En una guerra tan espectral como ésta, contra un enemigo que ataca con irregularidad, no es fácil de mantener una vigilancia diaria total. El 12 de septiembre pasado, un 66% de estadounidenses creía que los ataques de la víspera eran más importantes que el de Pearl Harbor. El mes pasado sólo lo creía el 37%. (...) Nada puede ser más importante que derrotar a los terroristas que pueden atacar el país. (...) 'El exceso de confianza y la complacencia se cuentan entre nuestros peores enemigos', como dijo Franklin Roosevelt. Esta lección de Pearl Harbor no ha perdido su importancia.
Washington, 11 de septiembre
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