Tan rampantes
La construcción de la tumba de Keops, llevó a sus arquitectos a proyectar enormes rampas, primero hasta la mitad de su altura y después alrededor de las tres caras del descomunal poliedro. Lo sé por que lo vi en un documental de la BBC que, como el algodón, no engaña. Esto de las rampas, que viene a ser como suaves escaleras sin escalones, como las del interior de la Giralda, que también se dice fueron construidas por el faraónico método el cual principiaba en el arenal existente a orillas del río y que dio nombre al popular barrio. Tampoco es que esté muy seguro de esto pero siempre escuché esa versión. Para mi rampa, además de la que cada año se instala en la plaza del Salvador y que hizo las delicias de mi niñez, eran las que existían en los rincones, esos mamotretos con plano inclinado superior para evitar que realizaran defecaciones en la noche aquellos que daban a estos funciones de letrina. Solía, ya mayorcito, saltar y dar uno o dos pasos para permanecer en equilibrio en aquella resbaladera. Era un juego, no había playstation.
Sevilla contará en breve con dos nuevas rampas que partirán desde la mitad de la calle Imagen, dicen que entrarán en los sótanos del solar de la Encarnación, y tendrán una salida hacia Laraña, llegando casi hasta donde estaba el Teatro Álvarez-Quintero. Obras y tráfico, dos antagonismos unidos por el lazo de las rampas. Lo malo en estos casos es que como al autor del proyecto a realizar se le ocurra poner la entrada por el Coliseo y salida por la Venera, a lo peor las rampas sólo servirán de depósito escatológico y para carreras de meadas, como las de las rampas de Las Sirenas, que deberían llamarse de Las Esfinges, se celebraban. A pesar de todo algunos se quedarán como los leones, tan rampantes.
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