Curar la gripe
Sería una osadía especular con los escenarios posibles si no hubiera existido el fatídico 11 de septiembre. Pero probablemente los estímulos de política económica que se pusieron en marcha para sortear la desaceleración económica hubieran sido más tímidos y mucho más tardíos. De hecho, las últimas revisiones de las estadísticas estadounidenses han constatado que la economía se mantuvo inmersa en una recesión durante buena parte del ejercicio 2001, y no fue hasta que se materializaron las bajadas de impuestos y las bajadas de tipos de interés en el último tercio del pasado ejercicio cuando se pudieron suavizar las consecuencias de la contracción económica.
Un año después de aquel fatídico 11 de septiembre, los estímulos se van agotando y la renta disponible de las familias estadounidenses se ha comenzado a resentir, fundamentalmente, del deterioro que se ha producido en el mercado laboral. El catalizador ha sido de nuevo el mercado de renta variable, reflejando la incertidumbre en las expectativas de recuperación de los beneficios, especialmente en algunos sectores que continúan depurando la burbuja de los años noventa.
Como si de una gripe se tratase, en este caso puede ser más eficaz para la recuperación de la economía el paso del tiempo que un buen antibiótico
Las empresas están necesitando más tiempo para sanear los excesos de capacidad y la demanda de empleo se está produciendo a un ritmo extraordinariamente lento. En concreto, después de haberse destruido cerca de 1,8 millones de empleos, cifra muy similar a la registrada en la recesión del año 1991, en los primeros cuatro meses de registros positivos se han creado en términos netos tres veces menos empleos que los que se crearon entonces.
Cierto es que el fuerte ajuste económico en el que nos encontramos se caracteriza más por los desequilibrios en la oferta que en la demanda. Como si de una gripe se tratase, en este caso puede ser más eficaz el paso del tiempo que un buen antibiótico. Quizá la aplicación de medidas de política monetaria excesivamente relajadoras podría aumentar el desequilibrio financiero de las familias estadounidenses, ya muy apalancadas, tal y como ha sucedido en el sector empresarial.
Pero la decisión de 'esperar y ver' no deja de ser una opción arriesgada que no debe obviar la posibilidad de que la gripe se complique con un cuadro más delicado. Y así será si el consumo estadounidense continúa acusando los efectos de la crisis, ante la carencia de iniciativas desde otras áreas geográficas.
César Cantalapiedra y María José Huete son de Analistas Financieros Internacionales.
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