Una muestra revisa parte del mejor arte español del simbolismo a las vanguardias
La exposición de la Caja Vital es la primera de cuatro con los fondos del Reina Sofía
La Caja Vital comienza su temporada artística pisando fuerte. Hasta el 5 de octubre ofrece una exposición de las mejores obras de los fondos del Reina Sofia correspondientes al periodo 1881-1925. Son 41 piezas (26 pinturas y 15 esculturas) que recorren lo mejor del arte español del cambio de siglo, con obras de Anglada Camarasa, Ignacio Zuloaga o los hermanos Zubiaurre. Es la primera muestra de cuatro que repasarán en Vitoria la colección del Reina Sofía.
Es ésta una exposición en la que el visitante tiene siempre la sensación de haber contemplado antes las obras. Arte para un siglo. Primera parte recoge algunas piezas imprescindibles del periodo 1881-1925, óleos y esculturas de Zuloaga, Vázquez Díaz, Julio González o Pablo Gargallo que han figurado muchas veces en catálogos y libros, pero que en pocas ocasiones han salido de los fondos de Patrimonio Nacional.
La Caja Vital, junto a otras once entidades de ahorro, patrocina esta iniciativa, que a lo largo de cuatro exposiciones ofrecerá en distintas ciudades las mejores obras del Reina Sofía. La propuesta abarcará, en conjunto, a creadores como Picasso, Dalí, Miró, Antonio Saura, Antonio López, Miquel Barceló o Susana Solano.
El periodo que se presenta en esta primera muestra comienza en una fecha simbólica, 1881, cuando nació Pablo Picasso. Fue el año escogido por los responsables del Ministerio de Cultura como arranque de la colección del Reina Sofía. La exposición concluye en 1925, cuando ya es dominante la presencia de las vanguardias.
El recorrido se inicia con los principales representantes del simbolismo y el modernismo, como Santiago Rusiñol, principal exponente de un arte que se iba abriendo camino en Europa. No falta en esta primera parte la referencia al noucentisme catalán con la obra emblemática de Joaquín Torres García La filosofía presentada por Palas en el Parnaso, ubicada muy cerca de unos interesantes y poco conocidos lienzos del escultor Julio González. Otro escultor, el aragonés Pablo Gargallo, cuenta con un lugar preferente en este espacio con sus Aguadoras o con Torso de joven gitano.
Impresionismo
La muestra continúa con una referencia a los seguidores del impresionismo y posimpresionismo, corrientes que tuvieron gran eco en la España de principios del XX. Ahí está Juan de Echevarria, de quien se recoge su conocido retrato de Azorín, o Darío de Regoyos. Entre ambas épocas, hay que citar los imprescindibles retratos de Anglada Camarasa, que ilustran mejor que nada los alegres años 20.
No podía faltar en un recorrido por aquellos años las presencias de Iturrino, Julio Romero de Torres, Ignacio Zuloaga o los hermanos Zubiaurre, exponentes todos ellos de la reivindicación regional que rodeó a la generación del 98. Los hermanos Zubiaurre aportan sus clásicas estampas vascas. De Zuloaga se incluyen alguna de sus pinturas más significativas, como Celestina, Torerillos de pueblo o Antonia la Gallega, exponentes de su gusto por el pintoresquismo, que también caracterizó al Vázquez Díaz de La muerte de un torero.
Otra cosa es Gutiérrez Solana, quizás uno de los pintores más singulares del periodo seleccionado. Es el único de los presentes que mantiene cierta vinculación con el expresionismo, y sus pinturas de una España negra están bien representadas por El ermitaño (dedicada, cómo no, a su amigo Valle-Inclán), la sugerente Pájaros y La vuelta de la pesca, una recreación costumbrista que poco tiene que ver con las que ofrecen sus compañeros de exposición.
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