CiU no es el problema
El autor responde a las 'contradicciones' del portavoz socialista en el Parlamento catalán en sus críticas al Gobierno de Pujol
Días atrás, en estas páginas de EL PAÍS, Joaquim Nadal publicaba un artículo que, si bien ya no sorprende en modo alguno por la habitual audacia verbal de su autor, sí que resulta significativo por la evidencia de las muchas contradicciones que lastran de continuo la política del PSC.
Aun sin ánimo de proceder a la exégesis del mencionado artículo -tampoco hay en él materia para ello-, creo que la única frase cierta del texto se halla justo en su final, por lo que temo que habrá pasado desapercibida para muchos de quienes iniciaron su lectura. La recordaré: 'Desde nuestro punto de vista', afirma Nadal, 'Cataluña cotiza, y bien, en el mercado de futuros: naciones con futuro, sociedades con prestigio, bienestar encomiable, competitividad en auge, cohesión social como amalgama básica. Cataluña no es el problema'.
Si el país funciona, goza de prestigio, resulta competitivo, posee futuro, disfruta de un bienestar encomiable, su competitividad aumenta y su cohesión social resulta ejemplar sería lógico suponer que algún mérito tendrá en ello la formación política que lo gobierna. Y, sin embargo, ésta no es la conclusión del autor. Muy al contrario, para Nadal, pese a certificar que el país funciona, el problema es CiU y su Gobierno. 'Porque es un mal Gobierno', añade.
Podríamos ensañarnos en esta contradicción, pero no hace falta. Una sociedad con tantas virtudes difícilmente será fruto de un 'mal gobierno', y menos aún si este 'mal gobierno' ha obtenido una y otra vez en las urnas la confianza de sus ciudadanos. Sea como sea, el sentido común nos permite deducir que un país que funciona, progresa y prospera no es el resultado de un mal gobierno, sino la consecuencia lógica de las sinergias nacidas de una ciudadanía dinámica y de un gobierno que actúa con acierto. Si hemos de calificar los gobiernos por sus obras, cosa muy razonable, el Govern de Catalunya merece nota.
En su intento de buscar factores negativos, la filípica de Nadal sólo puede alegar un atasco de tráfico en una zona turística en pleno verano. Francamente demoledor. Aunque seguramente el señor Nadal no habrá intentado circular por Girona durante las fiestas de Sant Narcís o cerca del centro histórico en cualquier día de verano, porque con toda probabilidad hubiera buscado un ejemplo mejor. Y por supuesto debe quedar claro que estas situaciones no son patrimonio ni de Girona ni de la Costa Brava. Si el dirigente socialista lee estos días prensa francesa o italiana, habrá podido tener constancia, por ejemplo, de que en lugares tan turísticos como la Costa Azul o en algunos accesos a los Alpes italianos las colas y retenciones son largas y habituales. Todo esto sin dejar de recordar al amigo Nadal algo que él ya conoce. En estos momentos se está procediendo a ejecutar obras de desdoblamiento de tres tramos de la carretera de Figueres a Roses -donde se supone que Nadal iniciaba su itinerario estival- y se halla en fase de tramitación ambiental la nueva autovía Palamós-Palafrugell -cerca de su destino-. Son solo algunos ejemplos de las decenas de intervenciones de mejora en las carreteras catalanas emprendidas por el Gobierno de la Generalitat. Por cierto, muy a menudo, a pesar de la obstrucción de destacados políticos socialistas que no aciertan a colaborar cuando se trata de pactar soluciones viarias en tramos especialmente complejos.
Muy al contrario, los ejemplos de 'bon Govern' podrían extenderse en una lista casi interminable, aunque el propio amigo Joaquim Nadal se ha visto obligado a mencionar los logros más evidentes y, por tanto, innegables. Podríamos citar algunos más, tanto en lo social y económico como en lo político. Cataluña constituye uno de los motores dinámicos de Europa, se ha dotado de importantes y útiles infraestructuras, atrae inversiones y empresas extranjeras, dispone de un tejido empresarial y humano de primer orden, ha invertido en educación, en sanidad, en investigación, en transporte, en medio ambiente... Para no ir más lejos, el diario EL PAÍS publicaba semanas atrás que Cataluña es la comunidad autónoma con más empresas, según los datos del Instituto Nacional de Estadística, y en 2001, además, Cataluña es la comunidad autónoma que ha visto aumentar más significativamente el número de empresas registradas: un 4,25%, casi dos puntos por encima de la media española, y frente a incrementos de un 3,7 % en Andalucía o del 1,81% en Madrid.
En lo político disponemos de un Govern que gobierna, que cumple sus compromisos electorales, que impulsa leyes -en lo que va de legislatura se han aprobado más de setenta leyes-, muchas de ellas por unanimidad o amplio consenso, leyes innovadoras en el ámbito europeo como la de contaminación acústica, o de gran importancia como la de urbanismo, la de cámaras de comercio, la de cooperativas o la de cofradías de pescadores, la de protección a la infancia, la de orientación agraria, la de turismo, la de creación del servicio catalán de ocupación, entre tantas otras. Y que gobierna además desde el diálogo político practicando el dialogo social. Quiero recordar que fue aquí, en Cataluña, donde el Gobierno pactó con sindicatos servicios mínimos en la última huelga general o el que ha impulsado, con el consenso de todos los sindicatos y patronales, la ley citada del servicio de ocupación o un plan de empleo juvenil al que se sumaron también consensuadamente las entidades juveniles de Cataluña. Y que, en suma, ve reconocida su labor no sólo por la ciudadanía, sino también por organismos y entidades de máxima solvencia. Cabe añadir, sólo a título de ejemplo, que los expertos de la agencia Standard & Poor's han destacado recientemente la contención del déficit en Catalunya y han manifestado que 'el rating de su deuda pública, clasificada como AA-estable, se ve reforzado por una economía fuerte y diversificada, que continuará creciendo rápidamente'. En suma, afirma Standard & Poor's, 'Cataluña goza de buenas infraestructuras, es una comunidad atractiva para los inversores gracias a su espíritu empresarial y mano de obra bien cualificada y además dispone de una estructura económica diversificada'.
Lo triste del artículo de Joaquim Nadal no estriba precisamente en esa contradicción tan chapucera como manifiesta, cuya fácil refutación podemos remitir a los mismos hechos, sino en la evidencia del mal estilo de hacer política que hoy por hoy caracteriza al PSC. La extensión de su texto no se debe a una acumulación de alternativas o propuestas políticas, sino a una retahíla de medias verdades, insidias y descalificaciones. Ésa y no otra es la síntesis del texto y, por extensión, del modus operandi de dicha formación política.
Conociendo la trayectoria de Joaquim Nadal como alcalde, me sorprende que, en su kafkiano papel de vocero del cada vez más inaudible Maragall, pueda defender sin ruborizarse que 'la lealtad de la oposición ha sido coherente y ejemplar', o que 'CiU ha recibido por parte del PSC el beneficio de la duda y una asepsia ejemplar, sin hurgar en la herida de los rumores que corren de boca en boca, cuando no se han dispuesto de evidencias clamorosas o de denuncias demostrables'. ¿Es que acaso ha olvidado sus propias palabras cuando, precipitada e irresponsablemente ante un accidente de dos trenes de Renfe en Torredembarra, culpaba al Gobierno de la Generalitat del choque y de sus víctimas? ¿O ha perdido también su memoria cuando, ante una insidiosa acusación de una falsa implicación de un hijo del presidente Pujol en el proceso de cierre de la fábrica Lear, afirmaba más que con malévola intención que 'ahora entiendo la política familiar que defiende Pujol'? Y así hasta mil. En contra de esta abominable actitud política, ¿ha encontrado en CiU referencias a cuestiones que corren de boca en boca sobre algunos aspectos de la gestión del Ayuntamiento de Barcelona, de ahora y de la etapa de Maragall, o de la Diputación de Barcelona, o del Ayuntamiento de Cornellà, o del de Girona? Hablando de políticas familiares, ¿no hay más familias que la del presidente Pujol en la política catalana?
No es ésa, creo, la manera de hacer oposición que el país puede esperar del PSC, ni tampoco es ésa la actitud política que el PSOE en el poder encontró en su día por parte de CiU. Nuestra actuación en política ha sido siempre leal, hemos contribuido a la gobernabilidad y a la estabilidad, hemos dado soporte a los distintos gobiernos en todo aquello que beneficiaba al interés general y, en todo caso, hemos mantenido el respeto a las personas y a las instituciones. Jamás, ni en los peores momentos del PSOE, se nos ocurrió afirmar que dicho partido era el problema y la causa de los males que podían existir en España, y menos aún, incluso cuando arreciaban los procesos judiciales, nos permitimos la ligereza de sostener que algunos prohombres del PSOE (y del PSC) debían abandonar la política. Esa doble vara de medir, esa amnesia que padece Joaquim Nadal, esa actitud tan poco ética y siempre incomprensible, no contribuye en modo alguno a construir un país. Y si para que el país funcione es imprescindible un buen gobierno, no menos necesaria resulta una oposición diligente y constructiva, capaz de proponer alternativas a aquello que tal vez podría mejorar.
Las invectivas que contiene su artículo contra Duran Lleida ad personam también se desmontan por sí mismas. En ningún momento se ha dirigido a combatir su proyecto político, actitud legítima en quien no lo comparte, sino a descalificar a la persona mediante inexactitudes e insidias. Proviniendo de alguien tan inteligente como Joaquim Nadal, cosa que digo en sus estrictos términos y sin ironía alguna, la carencia de mejores argumentos demuestra que en realidad ni CiU ni sus dirigentes son el verdadero problema del PSC (o tal vez sí), sino sólo la ausencia de propuestas alternativas y de liderazgos consistentes que se percibe, hoy por hoy, en el principal partido de la oposición en Cataluña. Ya anuncio que, como nuestro estilo es el de construir y el de respetar al adversario, quisiera dar por zanjado este debate para seguir dedicándonos a gobernar y continuar haciendo posible que, como Nadal ya he recordado que afirmaba, Catalunya cotice y bien en el mercado de futuros, sea una nación con futuro, una sociedad con prestigio, con bienestar encomiable, competitividad en auge y cohesionada socialmente. Y eso que hoy es una realidad, para que continúe siéndolo, el futuro pasa por Convergència i Unió, y no por los socialistas. A la vista está y le agradezco a Joaquim Nadal la sinceridad en reconocerlo.
Pere Macias i Arau es secretario general adjunto de CiU.
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