Prudentes o aventureros
Desde hace un año la Casa Blanca está operando con una doctrina que parte de la convicción de que el país se encuentra bajo una grave amenaza y de que para neutralizarla debe intervenir con urgencia (porque el paso del tiempo facilita que Al Qaeda prepare un segundo golpe), sin límites territoriales (porque Al Qaeda cuenta con efectivos en más de sesenta países), sin renunciar a ningún medio, incluidos los nucleares (porque Al Qaeda podría hacerse con armas de destrucción masiva), y sin trabas jurídicas (porque se trata de un caso extremo de defensa propia). Esta doctrina conlleva además algunos corolarios igualmente importantes. Uno es que la diplomacia y la ayuda al desarrollo, como instrumentos para corregir las circunstancias que alimentan el terrorismo suicida, no son relevantes porque para dar resultados requieren mucho tiempo. Otro, referido a los aliados, es que la misión debe definir la coalición y nunca la coalición definir la misión.
Por lo que parece, tras un año de aplicación la nueva doctrina no está dando los resultados apetecidos por algunos círculos dirigentes de Washington. En Afganistán se ha desplazado del poder a los talibanes, sí, pero la situación continúa siendo inestable en Kabul, descontrolada en la mayor parte del país, y Osama Bin Laden y el jeque Omar no han sido capturados o muertos. La perspectiva es que hay un par de años de escaramuzas por delante. Algunos centenares de militantes de Al Qaeda han sido detenidos y muchos de sus recursos financieros bloqueados, sí, pero con eso la capacidad operativa de la red no ha sido destruida. De nuevo quedan por delante años de operaciones en la sombra. En los últimos 12 meses la imagen de Estados Unidos en los países musulmanes se ha deteriorado acusadamente y la solución al conflicto entre palestinos e israelíes, que es una de las principales causas de ello, se ha ido haciendo más remota. Las relaciones de Washington con los Gobiernos árabes, incluidos los que colaboran en la persecución de Al Qaeda, se han deteriorado y en casos tan sensibles como el de Arabia Saudí mucho. En cuanto a los aliados occidentales, han ayudado, sí, pero sin aceptar que Washington tenga la última palabra.
Quienes ven las cosas así están diciendo al presidente Bush que este balance es insatisfactorio y peligroso. Consideran que si se continúa con una guerra en la sombra que sólo produce resultados oscuros el respaldo del americano medio se debilitará, mientras que el paso del tiempo seguirá jugando a favor de Al Qaeda. Una pregunta les atormenta -¿qué pasará si Al Qaeda consigue golpear de nuevo?- y han decidido que no pueden continuar a su merced. Para evitarlo, la Casa Blanca debe tomar la iniciativa y la manera de hacerlo es a acabar militarmente con el régimen de Sadam Husein. Piensan que así podrían matar tres pájaros de un tiro: eliminar a un potencial proliferador de armas de destrucción masiva; situar en Bagdad un gobierno amigo creando una nueva situación mucho más favorable en Oriente Medio; y mostrar a los musulmanes de a pie atraídos por Al Qaeda que su empeño es desesperado y a los gobiernos musulmanes de todo tipo que su única esperanza está en el amparo de Estados Unidos.
Hace sólo un par de meses parecía que su planteamiento era cosa hecha. Pero al intentar ponerlo en práctica comenzaron a surgir dificultades con los aliados árabes y con los aliados europeos. Unos y otros mostraron su oposición a secundar una operación militar contra Sadam Husein aduciendo la necesidad de pacificar antes la situación en Palestina, de agotar la carta de las inspecciones como medio de privar a Sadam Husein de armas de destrucción masiva y, en última instancia, requiriendo el respaldo expreso del Consejo de Seguridad para lanzar una operación militar contra Irak. China y Rusia también se han alineado con estas posiciones. En estos momentos nadie salvo el Gobierno de Sharon respalda la idea de que Estados Unidos lance un ataque militar contra Irak (incluso Kuwait, Qatar y Pakistán han hecho públicas sus opiniones contrarias). Schröder se ha referido a ello diciendo que es una aventura. Pero los aventureros han respondido recordando que no se debe permitir que la coalición defina la misión y han proclamado que Estados Unidos puede hacerlo solo.
Esto ha hecho aflorar las dificultades internas en Estados Unidos. Los aventureros sostienen que las armas inteligentes de la fuerza aérea y las fuerzas de operaciones especiales son suficientes para acabar con Sadam Husein sin necesidad de aliados de poco fiar. Pero se han encontrado con que Schwartzkopf, el general que dirigió sobre el terreno la guerra del Golfo en 1991, ha dicho que para acabar con Sadam Husein resultará imprescindible utilizar fuerzas de tierra con unidades acorazadas que tendrán que combatir hasta ocupar Bagdad. Esto hace imprescindible contar con facilidades logísticas en puertos de la zona y muy deseable que Kuwait, Turquía y Jordania permitan un ataque combinado en tres direcciones partiendo de sus territorios. Esta opinión se ha visto políticamente arropada por declaraciones de los grandes veteranos de la política exterior republicana (Baker, Kissinger, Eagleburger y Scowcroft, entre otros) diciendo que el ataque no debe llevarse a cabo si es al precio de destruir la coalición que hasta el momento viene luchando contra Al Qaeda. Así pues, el futuro de la lucha contra Al Qaeda depende en estos momentos del resultado del pulso en Washington entre aventureros y prudentes. ¿Cuál puede ser ese resultado?
En estas mismas páginas he sostenido y reitero ahora que una actitud clara y firme de la Unión Europea podría encaminar las cosas por la vía de la prudencia y de la legalidad internacional, que es lo que la gran mayoría de los europeos reclaman y la mayor parte del mundo desea. Pero para lograrlo, la UE tendría que decirle claro a la Casa Blanca que en la guerra contra el terrorismo no hay atajos. Que acabar con Al Qaeda y organizaciones afines será forzosamente una lucha oscura y larga, que será además una lucha en la que habrá que encajar más golpes dolorosos y que sólo encontrará un final estable cuando se abran vías de alivio en los pozos de desesperación donde incuba el terrorismo suicida.
Me temo que hoy en Europa manca coraggio para eso. Sin embargo, las cosas no serán más cómodas para la Unión Europea si prevalece la posición aventurera. En ese caso Estados Unidos irá a la guerra solo o escasamente acompañado. Los que dicen que el 'papel de la UE es moderar a Estados Unidos' se quedarán sin terreno de maniobra porque las guerras no se moderan. Si Washington tiene éxito habrá que atenerse a aquello de 'expulsaré a los tibios de mi boca', y si tiene problemas serán las recriminaciones lo que domine el panorama. ¿Habrá entonces coraggio para esto otro?
Carlos Alonso Zaldívar es diplomático.
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