La información 'sensible' de Internet retirada tras los atentados sigue inaccesible
Los grupos civiles que defienden la libertad de información aún esperan aclaraciones sobre el paradero de los datos eliminados. El FBI continúa rastreando cualquier soporte electrónico en busca de indicios terroristas
Por tierra, aire o mar. Si un hipotético ataque contra Estados Unidos puede llegar de todas partes, cualquier fuente de información es válida para localizar a los supuestos terroristas. Incluso la base de datos de la Asociación de Instructores de Submarinismo (PADI). La organización norteamericana cedió al FBI una lista que contenía datos con información personal de sus 100.000 asociados. La mayoría ni se enteró.
Nada escapa al escrutinio de los agentes federales. Ni siquiera las bibliotecas públicas, ahora obligadas a ceder los datos de los ciudadanos a los que prestan libros aunque no haya evidencia alguna de actividad criminal. Aun así, las encuestas muestran que muchos norteamericanos toleran mayores controles y sistemas de vigilancia por el bien de la seguridad. Y eso incluye la Red o cualquier soporte electrónico.
Una encuesta del Boston Globe indica que el 64% de los transportistas y las agencias de viajes pasaron información al FBI sobre sus clientes y trabajadores, pero sólo el 14% de ellos lo notificó a éstos. El director del Consejo de Intimidad aseguraba recientemente que una cadena de supermercados -cuyo nombre ocultó- también facilitó los registros de las tarjetas de fidelidad de sus clientes.
El debate de seguridad contra intimidad privacidad continúa. Se centra en las leyes aprobadas tras los ataques del 11 de septiembre. Incluye tanto el rastreo como la retirada de datos considerados antes de dominio público.
Las organizaciones por los derechos civiles como EPIC, la Fundación Fronteras Electrónicas y la Unión por las Libertades Civiles remitieron el pasado 21 de agosto una petición al fiscal general para que informe 'con detalles' sobre cómo se están usando los poderes que otorga la Patriot Act.
De momento, el silencio por respuesta. Ni siquiera un grupo de senadores consiguió que el poderoso John Ashcroft se lo aclarara.
La información comprometida fue lo primero que desapareció de Internet tras el 11 de septiembre. Y así continúa. El cierre de la página de la autoridad nuclear o de los mapas de oleoductos y depósitos de aguas; datos sobre las plantas químicas de la Agencia de Protección Ambiental, sobre las unidades de la Guardia Nacional repartidas por el país o acerca del material radiactivo del laboratorio de Los Álamos...
OMB Watch, el organismo independiente que controla Internet se dedicó a recopilar la información retirada. Y pidió explicaciones a sus responsables. Su portavoz, Lori Metcalf, explica: 'Todavía esperamos respuestas de varias agencias federales, incluyendo el Departamento de la Energía y la Comisión Reguladora Nuclear (NRC). Estamos repasando las recibidas del FERC y de la EPA. Y esta última nos plantea todavía más interrogantes'.
Steve Aftergood, que dirige un programa de la Federación de Científicos Norteamericanos (FAS) para reducir el secretismo gubernamental y acelerar la desclasificación de los documentos secretos explica: 'Algunos de los papeles que nos obligaron a retirar vuelven a estar colgados en nuestro sitio, pero la mayoría continúan almacenados fuera de Internet'.
Archivo para las generaciones futuras
Tres proyectos y un único objetivo: que las generaciones futuras conserven la memoria histórica del 11 de septiembre de 2001. Sonic Memorial, un proyecto de la Radio Nacional Pública y el Instituto Smithsonian, entre otros, recoge las historias en y alrededor del WTC antes, durante y después del ataque a las Torres Gemelas. Un archivo sonoro que conserva los testimonios de los indios mohicanos que construyeron los edificios, el ruido de los ascensores, el sonido del piano del restaurante Windows of the World, las bodas o conferencias allí celebradas y hasta los últimos mensajes de voz de las víctimas. Un año después, la información sobre la catástrofe es tal que ya cuenta con su propia biblioteca. El Archivo Digital 11 de Septiembre trata de recopilar la versión no oficial de la tragedia: mensajes de correo electrónico, foros, diarios personales, vídeos y fotografías. Dos iniciativas en continua construcción que se unen a la labor de la biblioteca del Congreso de Estados Unidos y un grupo de organizaciones para reunir en otro archivo las páginas web de todo el mundo relacionadas con el 11 de septiembre. Ya contiene 5 terabytes de datos, entre los que destacan los 45.000 sitios personales ya sean montajes en flash o poemas.
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