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Crítica:COMER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Buenos pescados en un nuevo local madrileño

LOS CEDROS,en la zona de Arturo Soria, está a cargo del 'chef' Pedro Larumbe

José Carlos Capel

Cuando a mediados de la pasada década de los ochenta la denominada nueva cocina se expandía con furor por muchas partes de España, la supuesta modernidad culinaria era diferente a la de ahora. Las salsas no eran tan ligeras, los pescados al horno se solían cubrir con hilos de verduras fritas, las salsas bearnesa y mayonesa servían de cobertura a eventuales gratinados, los gazpachos se comenzaban a ilustrar con tropezones de mariscos, mientras causaban furor los pudines de verduras. Modas efímeras que abrían las puertas a escenarios gastronómicos inciertos, en general bastante más respetuosos con los gustos tradicionales de lo que es habitual en estos momentos. En este nuevo restaurante de hotel, una de las grandes novedades del próximo otoño madrileño, cuya dirección corre a cargo del conocido cocinero Pedro Larumbe, es reconfortante encontrar algunos de los iconos de aquella época. Recetas a veces algo trasnochadas, deliciosas si son sencillas, que se convierten en despropósitos graves cuando intentan pinitos vanguardistas.

LOS CEDROS

Hotel Quinta de los Cedros. Allendesalazar, 4. Madrid. Teléfono: 914 15 44 60. Cierra: domingos noche. Precio: entre 30 y 45 euros. Sardinas marinadas con asadillo, 9,60. Albóndigas de caballa y rape con puré de coliflor, 12. Entrecó a la parrilla con flor de sal, 16,05. Natillas de regaliz con isla flotante, 5,20 euros. Pan ... 5,5 Café ... 4 Bodega ... 5,5 Servicio ... 6 Ambiente ... 7 Aseos ... 6,5

El actual jefe de cocina de Los Cedros, Miguel Jiménez, era por aquel entonces el más relevante de una brigada chispeante que dirigía Larumbe en el restaurante Cabo Mayor bajo la inspiración de su propietario, el malogrado Víctor Merino. No es de extrañar que los pescados sean uno de sus puntos fuertes. Para comprobarlo bastan las sardinas marinadas, excelentes. O la merluza rebozada, sensacional. O la ventresca de bonito escabechada, magnífica, que se acompaña de una falsa brandada de bonito sobrada de mayonesa. Tampoco están mal las croquetas de marisco, ni los huevos escalfados sobre torrija de brioche, receta de antaño particularmente sabrosa.

Las desilusiones surgen en platos clásicos y en otros pretendidamente creativos. Es una pena que las albóndigas de caballa y rape, aceptables, salgan perjudicadas por la bastedad de la salsa de harina que las baña, y es caricaturesca la lubina con salsa de pimientos amarillos, bastante reseca. ¿Qué pintan el caramelo de regaliz y las lentejas cortejando a un pescado tan noble? ¿Dónde está la sensatez a la hora de trenzar nuevas armonías? Tampoco son brillantes las manitas de cerdo rellenas, que ganarían si se retiraran las migas y los caracoles, que añaden confusión al plato. Por el contrario, el risotto de setas es una propuesta correcta.

POSTRES, TERRAZA Y BODEGA

EL RESTAURANTE Los Cedros ocupa la planta baja de un pequeño hotel semiescondido en la zona residencial de Arturo Soria, muy cerca de la M-30 madrileña. Se trata de un palacete bien restaurado, repleto de detalles neoclásicos y enlucido con un color llamativo, que por su aspecto recuerda algunas construcciones de Marbella. Las comidas y cenas se sirven en tres espacios: el comedor, demasiado clásico y abigarrado, mal iluminado y bastante ruidoso; el porche, muy luminoso, y la terraza, encantadora para cenar o comer cuando el tiempo lo permite. Los postres, muy sencillos, de un nivel medio aceptable, no escapan a las irregularidades de la carta. Si las natillas de regaliz con isla flotante de queso mascarpone son una tentación golosa, las burbujas de coco con mermelada de naranja resultan anodinas. Es sobresaliente el sorbete de limón, que se rocía con una confitura del mismo cítrico, y decepcionante la tabla de quesos artesanos con denominación de origen. ¿A qué denominaciones de origen se refiere el enunciado de la carta si en el surtido se detecta la presencia de dos quesos franceses industriales? ¿No se podría componer la tabla con un repertorio de quesos artesanos españoles? La bodega, todavía en formación, presenta carencias apreciables en relación con la pretendida altura del restaurante. Entre La Rioja, la Ribera del Duero y Navarra acaparan una oferta demasiado pobre en la que se echan en falta vinos dulces para los postres. El café, mal elaborado, debería mejorar urgentemente.

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Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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