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Reportaje:

El instrumento más complejo

El organista de la iglesia de San Pedro de Vitoria ofrece visitas didácticas tras los conciertos

Suenan clarines y violones, trompetas y voces humanas (casi celestes). La iglesia de San Pedro de Vitoria se inunda mañana y tarde con las notas del mejor órgano de la ciudad, interpretado por las manos de Floren Unzueta. Hasta aquí, nada del otro mundo. Pero este año, los conciertos de Pachelbel, Bach, Cabezón o Mendelssohn están acompañados de un postre ineludible: la visita guiada a este órgano romántico de tres teclados.

Es la iniciación en el instrumento clásico más complejo. 'Ya hace años que venimos programando estos conciertos en verano, y nos habíamos dado cuenta de que algunos turistas estaban interesados por conocer los entresijos del órgano. Así que pusimos en marcha esta iniciativa. Pero la recepción nos ha desbordado completamente', comenta Floren Unzueta.

La visita de ayer por la mañana, por ejemplo. Una veintena de personas estaba escuchando los corales de Leipzig y los corales Schübler de Bach. Al final del concierto, el organista ofreció a los asistentes la posibilidad de ver el órgano y todos subieron las escaleras hacia el coro para descubrir los arcanos del instrumento. Por las tardes, cuando la asistencia es superior, el público no cabe en las dependencias donde se encuentra el órgano. 'Y casi ninguno son turistas, para quienes en principio estaba destinada la visita; es gente de Vitoria y de los pueblos cercanos como Otxandiano, Bergara o Aretxabaleta', aclara Unzueta.

El primer atractivo que se muestra es el gran fuelle que da aire al órgano. Sin él no habría posibilidad de que sonaran los 1.700 tubos de que consta. Todavía se conservan los pedales con los que se inflaba en su tiempo. Hoy funciona con tracción eléctrica neumática, afortunadamente para los monaguillos.

Después de conocer el pulmón, se pasa al instrumento en cuestión. Un artefacto destinado a imitar a la orquesta, e incluso mejorarla, como demostró ayer el organista con una completísima versión del Adagio de Albinoni. Hay que tener en cuenta que esos tres teclados interpretan cada uno 56 notas de cada uno de los 36 registros, además de las 30 notas de los pedales. Todo un laberinto de teclas, botones que se aprietan y se sueltan conforme lo dicta la partitura.

La explicación es sobre todo práctica. El organista acompaña cada aclaración sobre los tubos (que pueden ser labiales o de lengüeta, cerrados, abiertos, de madera, de metal) de una melodía identificadora. Si habla de los distintos registros, ofrece unas notas de cada uno. De todos no, porque Unzueta nunca toca la bombarda.

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Las visitas se prolongarán hasta el próximo sábado, en horario de 11.30 a 13.00 y de 18.00 a 19.30. Hoy, jueves, el programa incluye 10 preludios corales y partitas de Bach; mañana viernes, estará dedicado a los compositores españoles como Cabezón o Cabaniles; y el sábado, se ofrecerá una seleccción de Brahms, Mendelssohn o Schumann.

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