El urbanista Jordi Borja dice que la calidad de vida 'vende' ciudad
La mercadotecnia no es el método más eficaz para vender ciudad o para que sus gentes se sientan ciudadanos. Más que ser competitiva, la ciudad debe ofrecer calidad de vida, según defendió ayer el geógrafo urbanista Jordi Borja en los Cursos de Verano de San Sebastián. 'Una ciudad atractiva es aquella que cuenta con una política social y cultural adecuadas, que está cohesionada y posee una estructura que funciona', añadió. 'Es más acertado presentar la ciudad, en todo caso, como una oferta global'.
Borja señaló en su ponencia La ciudad como oferta y la innovación urbanística que el gran desafío actual es 'hacer ciudades, no trozos de ciudad'. En este sentido, el especialista catalán -que entiende su trabajo como 'una práctica política cuyo objetivo es encontrar respuestas simples a problemas complejos'- entiende que es más sencillo modificar una ciudad que intervenir donde nunca se ha construido.
El urbanista se refirió a las experiencias recientes de Bilbao y San Sebastián. Para Borja, mientras que el valor del Museo Guggenheim radica en ser el complemento de la operación global de Abandoibarra, el rol del Kursaal no es transformar el entorno. '[El Guggenheim] fue una iniciativa del Gobierno vasco y las autoridades municipales para construir un edificio emblemático en una zona desvitalizada, para dotar de autoestima a la ciudad y de prestigio para el exterior', señaló. En su opinión, el Kursaal, en cambio, 'tiene importancia en sí mismo'.
Borja alabó la capacidad de los espacios públicos como elemento ordenador de la ciudad y por su capacidad transformadora sobre el entorno físico y social.
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