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Crónica:Ciencia recreativa / 27 | GENTE
Crónica
Texto informativo con interpretación

UNA ENSEÑANZA EQUILIBRADA

Javier Sampedro

Cobb County es el segundo distrito educativo del Estado norteamericano de Georgia. El pasado jueves, sus representantes aprobaron una resolución que exige a los maestros ofrecer una 'educación equilibrada' sobre el origen de la vida, lo que suena muy bien hasta que uno repara en el curioso concepto de equilibrio que impera en Cobb County: 'Dar igual peso a la evolución y a las interpretaciones bíblicas', según recogía el viernes The New York Times. ¿Eso es una educación equilibrada? Eso es más bien hacer equilibrios con la educación.

Los responsables del distrito educativo de Cobb County aseguran que su intención no es restringir la enseñanza de la evolución, ni mucho menos promover la del creacionismo, por Dios, sino que su 'filosofía' es 'enseñar un espectro de ideas amplio y objetivo'. Pues claro que sí, hombre. Vean sin ir más lejos lo que dijo uno de sus portavoces, Gordon O'Neill, durante la oración de cierre de la sesión del jueves: 'Señor de los cielos, te rogamos que nos proveas a todos con un entendimiento claro de nuestros prójimos y con una aceptación de la diversidad del pensamiento. Amén'. Muy bien. Los prójimos nos unimos de mil amores a esa plegaria.

A principios de este mismo verano, la Unión Americana por las Libertades Civiles ya había demandado al distrito educativo de Cobb County por haber pegado en todos los libros de texto de materias científicas una etiqueta en la que podía leerse: 'La evolución es una teoría, no un hecho, y debe ser abordada con una mente abierta, estudiada cuidadosamente y considerada críticamente'. Éste es un argumento tan viejo como la propia teoría de la evolución. A los pocos meses de que Darwin publicara El origen de las especies, en 1859, el naturalista británico más prestigioso e influyente de aquellos años, Richard Owen, publicó en la revista Edinburgh Review: 'No tenemos ninguna objeción al resultado de la selección natural en abstracto, pero deseamos tener una razón para nuestra fe. Lo que criticamos es que la ciencia se vea comprometida al aceptar como su verdad lo que son meras hipótesis'. Dos años después, Darwin escribió a un amigo: 'Para ser sinceros, le he cogido manía a Owen'. Ya lo ven: una educación equilibrada. (La bronca completa entre Darwin y Owen puede leerse en el libro de Michael White Lenguas viperinas y soñadores tranquilos, recién editado en castellano por Espasa, del que he tomado estas citas).

Una de las mejores pruebas en favor de la teoría de la evolución es lo mucho que han evolucionado los creacionistas en el último siglo y medio. Los ancestros sociológicos de quienes ahora hablan de educación equilibrada pertenecían a una especie muy distinta en tiempos de Darwin, a juzgar por lo que escribió en 1860 el incomparable -que me perdonen en Mondoñedo- obispo de Oxford, Samuel Wilberforce: 'La supremacía del hombre sobre la Tierra, la capacidad del hombre de articular el habla, la caída del hombre y su redención, la encarnación del Hijo Eterno y la inhabitación del Espíritu Santo son irreconciliables con la degradante noción del origen animal de aquel que fue creado a imagen y semejanza de Dios'. Toma equilibrio.

La verdad, para qué vamos a engañarnos, es que el obispo Wilberforce tenía más razón que un santo (o al menos la misma). En la primera mitad del siglo XIX, el exquisito diseño de los seres vivos era la mejor prueba que podía aducirse a favor de la existencia de Dios. Tal y como adujo el reverendo William Paley en su obra clásica Teología natural, si los relojes eran la prueba irrefutable de la existencia de un relojero, los seres vivos lo eran de la existencia de un Creador. Fue Darwin quien pulverizó ese argumento, al descubrir un mecanismo capaz de explicar la perfección de diseño de los seres vivos sin necesidad de un relojero que los hubiera diseñado. Tal vez no sea imposible encontrar un equilibrio entre el creacionismo y el darwinismo, pero entonces también se podrá encontrar uno entre la ira de Zeus y el teorema de Pitágoras, entre los golpes militares y las constituciones democráticas, entre la ley seca y el siglo XXI, entre el prime time y el buen gusto, para qué seguir.

Gracias a Dios, pensarán los ciudadanos europeos, que Cobb County está allí lejos, en las pías tierras colonizadas por los pasajeros del Mayflower. Aquí, a este lado del Atlántico, hace mucho tiempo que es inconcebible que la religión pretenda inmiscuirse en la gestión educativa o en la política científica, ¿no es cierto? Inconcebible. Qué buena palabra.

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