Un terrorista acusado de colocar 5 coches bomba en 2001
Ismael Berasategi estuvo integrado durante 2001 en el comando Behorburu, que mantuvo en jaque a las fuerzas de seguridad por su gran movilidad y eficacia. El grupo logró colocar cinco coches bomba entre enero y agosto de ese año en lugares tan dispares como el barrio de Neguri (Getxo, Vizcaya), la playa de Gandia (Valencia), el aeropuerto de Málaga, frente a un hotel de Salou (Tarragona) y en el aeropuerto de Madrid.
El Behorburu estaba supuestamente mandado por Berasategi, quien se habría encargado del montaje de los explosivos en los coches bomba. El primero lo colocaron en el selecto barrio de Neguri el 22 de enero de 2001, pero los artificieros lograron desactivarlo. El 18 de marzo trasladaron otro con 50 kilos de dinamita hasta Gandia, cuya explosión causó cuantiosos daños materiales. El comando itinerante fue una de las piezas clave de la campaña de terror que ETA montó para el verano de 2001, año en el que la banda asesinó a 15 personas y perpetró 44 atentados.
El comando de Berasategi colocó un coche bomba en el aeropuerto de Málaga el 26 de julio, que pudo ser desactivado porque falló el temporizador; el 18 de agosto hizo explotar otro frente a un hotel de Salou y sólo nueve días después estalló uno más en el aeropuerto de Barajas.
El 18 de diciembre el Cuerpo Nacional de Policía detuvo en Urretxu (Guipúzcoa) a siete colaboradores de dicho comando, hasta entonces sin fichar, y halló en la que era casa de Berasategi 63,3 kilos de dinamita, lo que llevó al convencimiento de que él era el fabricante de las bombas. El 31 de enero último caían en Burdeos los compañeros de Berasategi: Xabier Zabalo Beitia y Ainoha Barbarin Yurrebaso. El último en ser detenido fue el propio Ismael Berasategi, ahora en paradero desconocido.
Por otro lado, la policía francesa sigue investigando el origen de los 480 botes de clorato de sodio, un material utilizado para la confección del explosivo cloratita, hallados en un camino de Biarrots, en Las Landas, el pasado día 14. Los botes, alguno de los cuales mostraban signos de que les habían prendido fuego, eran de las marcas Atochem y Gesal, de venta libre en el mercado.
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