El polvorín social de Andalucía
Más de 150.000 personas viven en barrios con una realidad similar a la de Los Pajaritos, en Sevilla
El defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, alertó ayer desde Baeza, Jaén, en la inauguración de los cursos de verano de la Universidad Internacional de Andalucía, de que los incidentes ocurridos recientemente en Sevilla, tras la muerte de un joven atracador en un tiroteo con la Guardia Civil, pueden repetirse en otras localidades de la región. Chamizo destacó el riesgo que genera la combinación de desempleo, fracaso escolar, consumo de drogas y falta de presencia policial; un caldo de cultivo presente en barrios de todas las ciudades andaluzas, en los que viven más de 150.000 personas en la región
- ALMERÍA. El Puche.
El barrio de El Puche cuenta actualmente con una población de unas 7.500 personas. Esta zona, junto con el barrio de Pescadería, aglutina el 90% de los registros policiales y desmantelamientos de los puntos de venta de droga de la ciudad. No es un barrio en el que de perpetren muchos delitos, según fuentes policiales, sino que es lugar de residencia de quienes los cometen. Para los vecinos, la situación, lejos de mejorar, va a peor. 'No hay voluntad política. Hay medios invertidos pero no sirven de nada porque no hay una presencia policial correctora. Cada uno hace lo que quiere y todo está permitido', denuncia una portavoz de la Asociación de Vecinos Alcalá.
- CÓRDOBA. Polígono Guadalquivir.
En el Polígono Guadalquivir, un barrio de 10.000 habitantes castigado por el paro y la desestructuración social, no faltan ocasiones de conflicto. No hace ni seis meses que, tras un violento altercado entre vecinos y taxistas, estos últimos anunciaron su intención de no entrar en el Polígono sin escolta policial. Miles de personas protagonizaron varias manifestaciones para protestar por esta discriminación y, en general, 'por el abandono en que nos tienen los gobernantes de la ciudad', en palabras de Pedro Reyes, presidente de la Asociación de Vecinos Amargacena. A pocos metros del Polígono, en El Cerro, un asentamiento menos poblado pero más marginal, arden coches y motos con monótona regularidad, y los bomberos, cansados de recibir pedradas y botellazos, necesitan la compañía de la policía para acudir a sofocarlos.
- CÁDIZ. Santa María, Santa Clara, La Atunara y El Saladillo.
En Cádiz, gran parte de los problemas derivados de la venta de droga y la inseguridad ciudadana se concentran en el barrio de Santa María, con 5.400 vecinos, donde, según fuentes municipales, habita el 11% de los heroinómanos de la ciudad. En El Puerto de Santa María, la barriada de Santa Clara concentra el tráfico de drogas, dada su peculiar trama urbana. En el campo de Gibraltar, la marginalidad generada por el desempleo y el tráfico de drogas y tabaco convierten a los barrios de La Atunara y El Junquillo, en La Línea, con 4.300 y 5.300 habitantes respectivamente, en focos de conflictividad. En Algeciras, los vecinos del barrio de El Saladillo, en el que habitan unas 16.000 personas; siguen teniendo problemas para desprenderse de la etiqueta de 'barrio conflictivo' que posee esta zona de la ciudad, debido principalmente al pequeño tráfico de drogas al menudeo que ha existido durante años.
- HUELVA. El Torrejón.
La barriada de Diego Sayago, más conocida como El Torrejón, uno de los barrios de Huelva más deprimidos y que mayor índice de delincuencia registra durante el año, carece en los meses de verano de presencia policial, según el presidente de la Asociación de Vecinos Mes de Mayo, Florencio Soto. Esta zona de la periferia de Huelva, con unos 7.000 habitantes, 'está desamparada por parte de las administraciones'. Soto denuncia que la Administración central tiene abandonados los barrios onubenses que más necesitan de control y vigilancia por falta de personal y que muchos vecinos 'no pueden ni salir a la calle' por las carreras de coches en las calles o la continua venta de drogas. Esta situación es paralela a la que viven otros muchos vecinos en las cinco barriadas marginales de Huelva capital, como la de Marismas del Odiel, con 5.000 habitantes; Pérez Cubillas, con 10.000; Fuente Piña, con 3.000; y Honduras, con 2.000.
- JAÉN. San Vicente de Paúl, San Juan y La Magdalena.
En Jaén, los focos de mayor conflictividad social se dan en los barrios del casco antiguo de San Vicente Paúl, La Magdalena y San Juan, donde viven unas 20.000 personas. La federación de asociaciones Red Sur, una plataforma que agrupa a una decena de colectivos sociales y vecinales, alerta desde hace meses de la crispación y los riesgos de brotes de violencia por la política de realojos de familias marginales que lleva a cabo el gobierno municipal del PP en estas zonas, ya de por sí con importantes déficits en equipamientos sociales, educativos y urbanísticos.
- MÁLAGA. La Palma-Palmilla.
El Ayuntamiento de Málaga lleva con discreción sus programas de integración social en los barrios conflictivos: para empezar, evita calificar de marginal a cualquiera de los diez distritos de la ciudad. 'Cada zona tiene unas necesidades diferentes y se les hace frente de distinta manera', apunta un responsable municipal. En todo caso, hay un barrio que tiene la leyenda de ser el más conflictivo; La Palma-Palmilla, que cuenta con una población de 28.000 personas. Allí, la policía detuvo en noviembre de 2001 a la plana mayor de la Federación de Asociaciones Romaníes de Andalucía (FARA), acusados de tráfico de drogas, blanqueo de dinero y fraude a Hacienda. Otras zonas de Málaga, pequeñas barriadas como La Corta, junto al Camino de Suárez; La Pelusa, en El Palo, o Los Asperones, aparecen con frecuencia en las notas de prensa de La Policía, dando cuenta de operaciones contra el menudeo en el tráfico de drogas.
- SEVILLA. Las Tres Mil Viviendas.
Los Pajaritos no es, ni mucho menos, la zona más problemática de Sevilla. De entre un listado que incluye referencias como Polígono Norte, Torreblanca o Bellavista, destaca con fuerza uno de los barrios históricamente más conflictivos de España, Las Tres Mil Viviendas, el extremo sur del Polígono Sur, en el que habitan en total más de 60.000 personas. Desempleo, absentismo escolar, tráfico y consumo de drogas encajan a la zona en el patrón de barrio deprimido, en el que muchos servicios públicos como correos, líneas de autobuses o limpieza han dejado de funcionar ante la pasividad de los representantes políticos.
Almanjáyar, la zona olvidada de Granada
El Polígono Almanjáyar soporta una tasa del 65% de desempleo. Ante ese indicador no es difícil deducir el resto de problemas que afectan a las alrededor de 15.000 personas (más de un 25% pertenece a la etnia gitana) que viven en este barrio del norte de la ciudad de Granada. 'La droga y la delincuencia son un binomio inevitable', resume el presidente de la Asociación de Vecinos de Las Cruces de Almanjáyar, Ángel Rubio. Este dirigente vecinal se lamenta de la falta de equipamientos y actuaciones por parte de las administraciones, pero sobre todo de la 'ausencia' de efectivos de policía, tanto local como nacional. La prostitución en determinados puntos del barrio es otro de los elementos que causa preocupación entre los vecinos. El abandono prematuro de los colegios por parte de los jóvenes y la 'falta de alternativas' les conduce irrevocablemente al desempleo y la delincuencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.