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Crónica:FERIA DE SAN SEBASTIÁN | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una corrida encastada, con fijeza y movilidad

Ayer los que dieron espectáculo fueron los seis toros de San Martín. La corrida fue todo lo contrario a esos toros que son dulces arlequines, cuyo mayor mérito es transformarse en mayordomos aduladores para acomodo de sus señores, no otra cosa que las llamadas figuras del toreo actual.

No vimos el arte exquisito que el público quiere ver a los señores mandamases del toreo cuando lidian toros bobones, reses toritontas. No fue el arte que ayer se vio porque los toros tenían fijeza, casta y peligro. Ya se sabe que donde hay peligro hay emoción.

La corrida de San Martín estuvo repleta de constantes embestidas de los toros. Y así son, y han sido siempre, los toros de casta.

Tal vez habría que objetar la sensación de presencia anovillada de las reses. Dicen los que saben de esto, que esa anatomía es propia de la ganadería. Será verdad. Mas la sensación queda.

San Martín / Fernández, Dávila, Castaño

Toros de San Martín, encastados, con fijeza; por encima de todos, el 5º; el 1º fue devuelto. Fernández Meca: dos pinchazos y estocada caída (silencio); estocada tendida (ovación). Dávila Miura: estocada desprendida (oreja); estocada caída, media estocada y dos descabellos (gran ovación). Javier Valverde: dos pinchazos, estocada -aviso- y dos descabellos (gran ovación); estocada (oreja). Plaza de Illumbe, 16 de agosto, 6ª de feria. Tres cuartos de entrada.

Parte de los aficionados sabían que con los tres toreros no se iba a dar una tarde de éxtasis de rosas. Sin embargo, cumplieron como profesionales.

El francés Fernández Meca estuvo más entonado en su primer toro. Instrumento cuatro series de naturales y dos de derechazos. Por lo general, muchos de los pases salieron enganchados, y en ocasiones un tanto movidos. De todos modos, a tenor por el juego de las reses, se puede decir que ese primer toro cumplió con creces. En su segundo, valoramos su oficio de lidiador.

Dávila miura, en su primer toro, realizó una faena bien acomplada con el toro. Templó con la mano derecha, y con la izquierda sus pases se afincaron al temple. Destacamos en esta faena tres ayudados por alto, que tenían un sabor añejo, por el juego armonioso de la cintura y llevando al toro muy toreado. En su segundo, también fue aceptable su labor. Mejor al principio de la faena, cuando citó de lejos, que al final de la misma, que no acertó a rematar como debiera. Sin duda, estuvo muy por debajo de la calidad del toro. En realidad, los tres toreros anduvieron por debajo de la bravura y el buen son que atesoraban las reses.

Lo mejor que se puede decir de Javier Castaño es que ha mejorado desde que tomó la alternativa. Da la impresión de que le ha entrado el toro en la cabeza, y que no pierde los papeles como acostumbraba en sus inicios de novillero, e incluso de matador de toros. Fue superior la labor que hizo en su primero, aunque no cortara oreja, que en su segundo, que la cortó. En ese primero atisbamos pases con la derecha largos, lentos algunos, y con cierta enjundia. La única serie de naturales que dio le corrió aceptablemente la mano, llevando al toro muy templadito. En su segundo, todo lo hizo muy rápido, demasiado acelerado, sin mandar como debiera.

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