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Reportaje:

Sesión doble bajo la luna

Parejas, pandillas y familias llenan en verano los autocines, que ofrecen dos películas, comida rápida e incluso repelente de mosquitos para los que cenan fuera de los coches

Es una idea muy americana. En muchas películas de terror o suspense, la oscuridad del autocine suponía un lugar idóneo para cometer un asesinato o intentar secuestrar a alguien con la mayor impunidad. También se utilizó como lugar de cita para muchas pandillas yanquis en los albores del rock and roll. Pero la realidad puede ser muy diferente. En Valencia hay un autocine en la carretera de Pinedo, y lo primero que llama la atención es la larga cola de coches que ocupa la carretera. Se mueven poco a poco. Pasas por taquilla y, además de pagar unos cuatro euros por persona y coche, te regalan una espiral verde y un panfleto explicativo de todas las instalaciones del local, incluyendo la sinopsis de las películas programadas, tan actuales como las de cualquier cine de la ciudad.

A través de la radio de los vehículos, se puede subir o bajar el volumen
El descanso, amenizado con música máquina, dura unos cinco minutos

Si alguien piensa que el autocine es un lugar oscuro escogido por muchas parejas para retozar, se equivoca de media a media. Esa no es la función principal del lugar. Hay gente de todo tipo, edades y religión. Se pueden ver parejas, cierto, pero también hay tríos y cuartetos, niños y familias enteras, como en un día de playa. La vestimenta les acompaña. La mayoría de los hombres van ataviados con bermudas; ellas prefieren los pantalones cortos o amplios vestidos para que los cuerpos puedan sentirse a gusto y centrarse en la película con toda comodidad.

Y para ello, nada mejor que disfrutar de un buen sonido. Marcando el espacio para cada coche, en los laterales, hay instalados una especie de buzones de donde se puede extraer un pequeño altavoz que se introduce por la ventanilla. A través de la radio del vehículo, se puede subir o bajar el volumen.

Como estar metidos en el coche, sobre todo si hay niños, puede ser bastante claustrofóbico, muchos llegan a la gran explanada, tipo parking, con todas las comodidades posibles. Descargan sillas plegables, mesa y la nevera portátil que incluye cena y bebidas. Claro que, al quedarse al aire libre pueden ser las víctimas perfectas para los mosquitos. Por eso, previsores como son los dueños del local, regalan con la entrada esa espiral verde que resulta ser un repelente contra los molestos bichos.

El insecticida se va quemando poco a poco mientras algunos jóvenes entran y salen del bar para repostar. No pueden faltar las clásicas palomitas, pero llama la atención que la comida sea mexicana, aunque también hay bocadillos de lomo con pimientos o blanco y negro. Los clásicos, vamos.

Pero si prefiere algo más exótico, la oferta consiste en burritos de chile, quesadillas de Santa Fe, jalapeños, etc. Todo servido como en un local de comida rápida y con las bebidas enlatadas en máquinas de monedas.

El autocine está lleno. Coches de todas las marcas, formas y maneras se alinean uno al lado del otro. Muchos intentan no molestar y llegan hasta su sitio con las luces apagadas. Por el contrario, hay otros que se empeñan en demostrar que llevan el mejor coche del mundo y eso no se lo puede perder nadie. Al fondo, frente a la gran pantalla, puede contemplarse la torre de proyección. La cámara comienza a rebobinar la cinta, empieza la película. Son las 22.00. Un joven controla el proyector, y el espectador puede vislumbrar perfectamente ese lugar donde las máquinas hacen posible que el cine llegue a las pantallas.

Una curiosidad difícil de observar en otros locales. Los lavabos están limpios, hay que agradecer el detalle. Se nota que por ellos ha pasado mucha gente por los graffitis pintados detrás de las puertas.

La película está a punto de terminar y ocurre algo que nunca podría pasar en un cine cualquiera. Por el horizonte comienzan a aparecer los restos de una gran luna llena que ya lleva varios días menguando. Roja, grande, se integra en el espacio con su hermosura natural. Muy apropiada para una noche de verano.

Termina la película pero no la noche. Sólo es un descanso antes de dar comienzo a la segunda sesión. Todo el mundo se acerca al bar, se encienden las luces, muchos salen de los coches y estiran sus cuerpos. Amenizan la espera con música máquina. El descanso dura unos cinco minutos, las luces se apagan y todo el mundo empieza a acomodarse de nuevo. La gran pantalla se ilumina. Los créditos avisan de que va a dar comienzo una nueva y gran ilusión a la luz de la luna.

Coches alineados en un autocine.
Coches alineados en un autocine.MÒNICA TORRES

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