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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

EDIMBURGO SE LLENA DE TITIRITEROS Y MÚSICOS

Con lluvia o sin ella, las calles de la capital escocesa están ya repletas. Artistas y público se mezclan en el gran festival de las artes y las letras, que este año, cómo no, recuerda el 11-S, de la mano de Susan Sarandon y Tim Robbins

Afortunadamente, sabemos convivir con la lluvia', decía ayer un escocés en la cola de los taxis del aeropuerto de Edimburgo. Españoles, alemanes, japoneses ponían cara de circunstancias, como si hubieran esperado el milagro de un sol que saliera a agradecerles la visita. Pero no importa. Dentro de un rato, nada más dejar las cosas en el hotel, siga lloviendo o no, volverán todos a verse las caras en las repletas calles de la Old Town, entre tragafuegos, titiriteros, mimos y cantantes de ópera sin orquesta y probablemente también sin porvenir. O en cualquiera de los escenarios del Fringe, que este año presume de que va a vender más entradas que nunca, de que ha agotado los cartelitos de 'sold out' -no hay billetes- precisamente en una edición, cuyo calentamiento previo por parte de algunos diarios incluía la pregunta de si no sería ya demasiado festival durante demasiado tiempo. A la vista de cómo están las calles de la capital escocesa, no lo parece.

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El caso es que el mayor encuentro de las artes y las letras vuelve a abrir sus puertas un verano más. De un lado, el Festival Internacional, que inauguró ayer la Orquesta Philharmonia, dirigida por Christoph von Dohnányi, con obras de Lutoslawski -Concierto para orquesta- y Berlioz -Te Deum-. De otra parte, el Fringe -que empezó oficialmente el 4 de agosto y terminará el 26-, la suma de espectáculos teatrales que nació como una alternativa y que hoy se lleva la parte del león de la suma de música, teatro, danza, cine, fotografía y libros de que se compone la oferta completa. Aquella vieja idea de hacer un teatro diferente en lugares diferentes se va plegando a la realidad. Los ojeadores de las cadenas de televisión acuden hoy al Fringe a la busca y captura de las jóvenes promesas -casi siempre del lado cómico- que puedan seguir nutriendo a ese monstruo que todo lo devora. Tan es así que, este año, nada menos que cuatro premios dedicados a los nuevos talentos de la comedia, tres de ellos directamente patrocinados por medios de comunicación -BBC, Daily Telegraph y Channel 4-, el cuarto por las hojas de afeitar Wilkinson, se suman al mayor de todos: el Perrier Award, que últimamente ha recaído también en espectáculos cómicos. Seguramente no era ése el espíritu fundacional. Por supuesto, el Fringe da oportunidades a los nuevos talentos, pero restringe demasiado su horizonte hacia aquello que promete una buena carrera comercial, sobre todo en la televisión.

De los 1.491 espectáculos que este año darán en el Fringe 619 compañías con un total de 20.342 representaciones en 183 lugares distintos -de teatros a pubs-, uno destaca por la doble vía de la emoción de su asunto y el glamour de sus protagonistas. Se trata de The Guys, de Anne Nelson, una obra inspirada en una conversación entre su autora y uno de los bomberos que participaron en el rescate de los atrapados en las Torres Gemelas el 11 de septiembre. Susan Sarandon y Tim Robbins serán los protagonistas, en el Lyceum, de las dos únicas representaciones -en otoño se estrenará la película con Sigourney Weaver y Anthony LaPaglia-.

La polémica de turno ha llegado por la acusación de apología de la pedofilia que un concejal conservador, James Gilchrist, ha lanzado contra Stephen Fry y su Latin!, una sátira de sus tiempos de colegial en la que aparece la relación entre un profesor y su alumno adolescente. En lo más clásico, el International Festival apuesta a caballo ganador con compañías y obras de primera. Ro de Rotterdam presenta Macbeth, de Shakespeare - en holandés-; Ubu, de Montreal, un montaje con vídeo sobre Maeterlinck; el Burgtheater de Viena; María Estuardo, de Schiller, y el Tatoo, de Toulouse, La cocina, de Mladen Materic y Peter Handke.

La música, en sus grandes manifestaciones -ópera, orquestas sinfónicas y grandes recitales-, tiende a parecerse demasiado a lo que ofrecen otros festivales. El Parsifal wagneriano ya visto en Salzburgo será dirigido por Claudio Abbado -quien dará un concierto con la Joven Orquesta Gustav Mahler y la siempre deseada Martha Argerich-. La Scottish Opera sigue su Tetralogía wagneriana con Sigfried, dirigida por Richard Armstrong y con puesta en escena de Tim Albery. Daniel Harding dirigirá La vuelta de tuerca, de Britten, con la gran Mireille Delunsch como Gobernanta. La Canadian Opera se presentará con un doble programa Stravinski: Edipo Rey y una escenificación de la Sinfonía de los Salmos. Sir Charles Mackerras presenta una versión de concierto de Maria Stuarda, de Donizetti. Con el mismo formato, Cristian Mandeal dirigirá Edipo, de Enesco. Un grupo de campanillas -Sitkovetski, MacGregor, Malvicino, Console y Grabb- dedicarán una sesión a Astor Piazzolla. Los recitales son de lujo: el tenor Ian Bostridge, la mezzosoprano Veselina Kasarova, los pianistas Richard Goode y Alfred Brendel, el violonchelista Pieter Wispelwey, el violinista Christian Tetzlaff, el Hilliard Ensemble y un nombre español adorado en Edimburgo: Carles Santos., que, al piano, ofrecerá una sesión con el título de No to No. La Filarmónica de Los Ángeles debutará en el festival con su titular, Esa-Pekka Salonen al frente, mientras András Schiff, el gran pianista húngaro, seguirá en sus trece de meterse a director con la Orquesta de Cámara de Europa. La Orpheus actúa sin nadie a su frente. El pianista americano Richard Goode será su solista en obras de Mozart. Menos mal que sus solistas son otra cosa: Dmitri Sitkovetski y el gran Nikolai Luganski, uno de los mejores pianistas jóvenes. Un oratorio de Dvorák, Santa Ludmila, y la Sinfonía Fausto, de Liszt, serán buenas piedras de toque para la Nacional de Escocia con dos excelentes maestros: el checo Jiri Belohlávec y el ruso Gennadi Rozhdestvenski.

También el Book Festival tirará la casa por la ventana, con la presencia de Joyce Carol Oates, Harold Pinter, Ian McEwan, Amos Oz, Doris Lessing, Alan Bennet, Louis de Bernieres, Irvine Welsh o Nicola Barker. Los llenos -pagando- están garantizados. Hay, también, lecturas gratuitas, como la que organiza este año Amnistía Internacional a favor de los escritores encarcelados o las sesiones de cuentacuentos para niños dentro del maravilloso Children's Book Festival.

Las calles de la capital escocesa se llenan en agosto de público y artistas.
Las calles de la capital escocesa se llenan en agosto de público y artistas.

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