Reina Marta
La española Domínguez derrota a la irlandesa Sonia O'Sullivan en el vibrante final de los 5.000 metros
Dicen en el equipo español que más vale no hacer apuestas con Marta Domínguez. Las gana todas. Necesita ganarlas. Quiere ganarlas. Y la prestigiosa Sonia O'Sullivan, una de las grandes damas de las pruebas de fondo, le presentó un desafío tan interesante que, por supuesto, Marta no rechazó. Faltaban 150 metros de la final de 5.000 y la atleta española se encontró ante la disyuntiva de seguir a la famosa irlandesa o de aceptar la medalla de plata, que no está nada mal. 'Podía haber tirado la toalla porque me sentía fatigada, pero me hubiera sentado mal. No va con mi carácter', dijo tras ganar la carrera en un final sublime, con la misma intensidad emotiva que el protagonizado por Reyes Estévez y el francés Baala en la final de 1.500. Pero Marta Domínguez tiene un plus de dureza que pocos atletas tienen. Recortó centímetro a centímetro la diferencia con O'Sullivan, que tiró con todo. A la irlandesa le iba la vida en esa recta, por eso es una campeona de arriba abajo. Ha ganado mucho y muy bueno, ha vencido a las mejores durante su larga trayectoria, ha sido una referencia para todas las fondistas del mundo. Probablemente también para Marta Domínguez. Sin embargo, la española no entiende de mitos. Allí había un desafío y había que ganarlo. Y lo ganó. 'Lo he hecho por puro coraje, porque quería ganar esa carrera'.
Un año después de su celebrado segundo puesto en los Mundiales de Edmonton, Marta se ha convertido en una referencia esencial de nuestro deporte. Es la bandera de una generación de mujeres que ha cambiado la mirada del atletismo. Ella era la pequeña atleta de la cinta rosa, una de las pocas españolas que se enfrentaba con cierto éxito a las grandes estrellas del circuito, primero en las competiciones de pista cubierta, ahora en los campeonatos pata negra. A su estela ha surgido gente como Mayte Martínez, Natalia Rodríguez, Nuria Fernández, atletas magníficas que comienzan a asomar entre las mejores de Europa. Pero Marta es especial. Transmite entusiasmo y voluntad de victoria: tiene carisma.
Esta mujer hiperactiva, una polvorilla que no acepta límites cuando compite, llegó a los Europeos con menos dudas de lo que se pensaba. Hace un mes, en la reunión de Roma, pareció desfondada, sin su energía habitual. Algo le sucedía. Marta tenía dolores en sus tobillos y se entrenaba con dificultades. Viajó a Barcelona para comenzar un tratamiento y cambiar las plantillas que utiliza. En algunos corrillos se comentó que no estaría a punto para participar en los Campeonatos de Europa. Pero Marta es de otra pasta. En apenas tres semanas ha recuperado su mejor nivel, el que le permitió lograr unos fabulosos 8,28 minutos en el 3.000 hace dos años, el que significó la medalla de plata en 5.000, el que la ha llevado a la victoria en Munich.
Esa cinta rosa, la que le regaló de chiquilla una de sus tías, no le abandona. Pasan los años, se amontonan los éxitos, pero la cinta le recuerda a Marta sus vínculos con la familia y los sacrificios que ha hecho desde que un día cambió su temprana afición al fútbol por el atletismo. Ahora puede decir que España nunca ha tenido una atleta con mejor palmarés: campeona europea junior, subcampeona del mundo en la misma categoría, subcampeona mundial absoluta, campeona de Europa. Con 26 años tiene todo el derecho a pensar en la oportunidad que le espera en los próximos Juegos Olímpicos.
La carrera demostró el tipo de atleta que es. Fue una final lenta, con todas las favoritas muy quietas. Marta decidió vigilar a O'Sullivan desde el principio. Detrás dos rusas inquietantes: Olga Yegorova -campeona mundial- y Elena Zadoroznaya. Pocas dudas había de que entre las cuatro se jugarían las medallas. Aunque la turca Abeylegesse, de inequívoco orígen etíope, quiso mover el arbolito, no hubo manera. Todo quedó pendiente para el último kilómetro. Un ataque de la noruega Haugen aligeró el ritmo en el cuarto kilómetro. Hubo nervios y Marta se defendió como de costumbre. 'Me he defendido con los codos, colándome entre ellas, haciendo lo que fuera necesario', dijo. Cuando Zarodoznaya lanzó el ataque decisivo, Marta apartó a Haugen y se cólo por debajo del hombro de la altísima O'Sullivan. En cuestiones de pillería y supervivencia, no hay quien la gane.
Ni Zarodoznaya ni Yegorova funcionaron como se esperaba, de forma que el asunto se convirtió en un mano a mano con Sonia O'Sullivan. 'Yo miraba todo el rato a la pantalla del estadio y sabía cómo iban las cosas', comentó la española. Luego llegó el momento de decidir entre asegurarse la medalla de plata o pelear por la victoria hasta reventar. Peleó. Lo hizo centímetro a centímetro en la recta. Lo hizo como sabe, con una determinación brutal. O' Sullivan, irlandesa tenaz, se resistió hasta donde pudo, pero en los últimos cinco metros terminó por entregarse. Marta sintió que tenía un desafío que ganar y lo ganó. Es su estilo.
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