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Crónica:Campeonatos de Europa al aire libre | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

Penti hace de la astucia un arte

El sevillano ganó un gran 3.000 obstáculos en el que Berlanas fue bronce

Carlos Arribas

¡Qué locura! Los atletas salen de la ría, salpicados, el agua mezclado con el sudor, empapados, y las cosas parecen claras. Faltan 130 metros. Simon Vroemen, el holandés, el favorito, el veterano que a los 33 años ha logrado una marca de nivel africano (8.06m), pasa bien el obstáculo, entra con ventaja en la última recta; detrás de él, Berlanas, que hasta entonces ha sido su sombra, se despega un poco, sale lento, las piernas se le doblan; y más allá, recuperando, echando vapor por las narices, todo arrojo y velocidad, llega Penti, pero está demasiado lejos. O eso parece. Y además también está en el grupo el francés Tahri, el único africano-africano de todos, con lo que eso significa. Todo parece decidido. ¿O no? Es increíble, llegan a la última valla, a 60 metros de la llegada y Vroemen empieza a quedarse sin fuelle, empieza a pensar lento, toma decisiones equivocadas. Demasiado agotado para actuar por instinto, se abre a la calle dos (pensaba que el peligro llegaba por allí, que Luismi sería rápido y Tahri también) y se olvida de la uno, deja abierta la puerta de su casa. Por allí, volando, que para eso él mismo se proclama 'el rey de la ría a meta', entra Penti, que no se lo piensa dos veces. Y cuando Vroemen, ya lento, intenta cerrar la puerta es tarde. 'Y si lo hace le doy un codazo que le mando a la calle ocho', exagera Penti. Pero no hace falta. El 3.000 obstáculos, una de las pruebas que con más regularidad y perseverancia se ha trabajado el atletismo español ya tiene su oro, y también su bronce, que el fondo siempre llega con las medallas a pares.

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Sin kenianos, dicen los especialistas del 3.000 obstáculos, es muy difícil correr. Cuando ellos están, se lo dan todo hecho a los pobres blancos, a los europeos que se encuentran con ellos en fila, marcando un ritmo de infierno, y sólo tienen que ubicarse donde pueden, seguir hasta donde pueden y mejorar poco a poco sus marcas, que es lo que importa, y no la victoria, que es imposible. Pero en un Campeonato de Europa no hay kenianos, hay pobres europeos que, por fin, van a jugarse entre ellos la gloria de la victoria, y entonces es cuando tienen que mostrar que saben correr en todos los sentidos.

Pero llega la final, gana Penti y la gente habla de carrera táctica, cuando más que nada fue la carrera de los errores y el triunfo de la astucia y la decisión de un sevillano que se reivindica líder del poder andaluz o, como ustedes prefieran, del frente cuco. 'Yo me quedé al fallo, que al final alguien siempre comete errores y hay que saber aprovecharlos', dijo Penti. 'Eso es ser cuco'.

Y luego dicen que la táctica es importante. Quizás no lo sea tanto como la maquinilla de rapar de Chema Martínez. El campeón de Europa de los 10.000 se volvió el viernes a Madrid, pero antes de marcharse abrió su neceser, sacó la maquinilla y se la entregó, como quien pasa un testigo, o así, a Antonio Jiménez, Penti, el atleta del Aljarafe que le había prometido que se raparía igual que él para la final de los 3.000 obstáculos.

Rapado como Chema, Penti ganó, y en el podio, después de que le colgaran la medalla de oro al cuello, se acercó a entregarle el ramo de flores y el peluche de la mascota otro rapado como Chema y como él, el mítico Francesco Panetta, un italiano de Sicilia que fue de los primeros que dijo que eso de las tácticas es un camelo. Panetta, conocido como El Africano, se escapó en la primera vuelta y siguió dando vueltas, solo, delante, hasta el final. Nadie le cogió. Así que cuando ayer, cumplidos sólo 600 metros, se escapó Luismi Berlanas, que se considera africano y admira a Panetta, y se emocionó cuando Panetta le dio el ramo del bronce, alguien dijo, 'ahí va, Panetta'. Pero no. No era una locura ni un sálvese quien pueda, el movimiento del atleta de San Martín de Valdeiglesias fue de las pocas maniobras tácticas con sentido que se dieron en la prueba.

Berlanas, que había sido cuarto en el último Europeo, quinto en los últimos Juegos (tras cuatro africanos) y cuarto en el último Mundial, necesitaba un ritmo rápido, quería una carrera de desgaste, que los rápidos se quedaran sin piernas, porque él, después de un invierno horroroso, llegaba sin su quinta marcha, sin el turbo, y poco podría hacer frente a los lanzados si alguien no los castigaba antes. Eliseo Martín, el aragonés que quedó quinto y que por allí andaba, cuenta que aquello no fue una buena idea. 'Lo suyo fue un cambio innecesario y, de una manera regular y tranquila nos pusimos enseguida a su rebufo'. Luismi quiso simplemente acelerar el ritmo, lo que no consiguió porque nadie quiso aceptar su invitación. Al contrario, Penti, que quería una carrera más lenta, fue el primero que salió a neutralizarle. A Penti le gusta el pelotón, la lucha por la posición, correr agazapado, ahí se crece, ahí ahorra. Y aunque se despiste y parezca que se equivoca, cuando Vroemen ataca, a falta de 300 metros, él está atrás, tan lejos que parece imposible recuperar, qué error; el holandés le saca 30 metros en la recta de enfrente; el holandés le saca 10 al entrar en la última curva; el holandés le saca cuatro al saltar la ría. 'Pero a partir de ahí nadie me para', dijo Penti. Nadie le paró.

Antonio Jiménez Pentinel, Penti, grita de alegría al cruzar la meta de los 3.000 obstáculos, ayer en Múnich.
Antonio Jiménez Pentinel, Penti, grita de alegría al cruzar la meta de los 3.000 obstáculos, ayer en Múnich.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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