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Crítica:POESÍA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El vértigo de ser extranjeros

Muchos afirman que Edmond Jabès (El Cairo, 1912-París, 1991) es inclasificable, y otros le definen con una serie de calificativos que ofrecen opiniones confusas y antitéticas. Al dar cuenta de su obra, y ante la falta de certidumbres ('mis libros devienen ilegibles si se busca en ellos una certeza'), hablar de misterio y oscuridad no deja de ser un recurso fácil y reiterado. Sus libros tienen un componente fragmentario y contradictorio; nacen de una fuga de géneros, son ensayo y poesía, relato y oración, aforismo y autobiografía, diálogo y exégesis dramática; de su ascendencia judía viene su vecindad al comentario rabínico y la especulación cabalística, la repetitiva formulación de una dicción elocuente y cadenciosa, donde verso y prosa se mezclan en el particular estilo jabesiano: duda de la eficacia bastante del lenguaje, y por eso recurre al oxímoron y al quiasmo, a la paradoja y la metáfora, a los acordes repetidos, al estallido y a la ruptura. La subversión se instala en el corazón de las palabras, en su ir y venir en busca de un sentido indefinible e inasible.

UN EXTRANJERO CON, BAJO EL BRAZO, UN LIBRO DE PEQUEÑO FORMATO

Edmond Jabès. Traducción de Cristina González de Uriarte y Maryse Privat Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona, 2002 173 páginas. 13 euros

'La singularidad es subversiva', dice al inicio de Un extranjero..., y somos conscientes de no tener garantías discursivas ni certezas narrativas; estamos en el movimiento incesante de un proceso de transformación donde la lengua obra a través de una multiplicidad de exploraciones sintácticas, semánticas y léxicas, deslizándose, errando y vagando; impera la cesura y la continuidad, el rodeo y la aproximación en un libro reversible que nunca se termina de leer y escribir, que solicita una implicación personal: 'Un gran libro sólo se revela a aquel que lo asume'. Aceptar la extranjeridad ('el extranjero te permite ser tú mismo, al hacer de ti un extranjero'), ser nómada de uno mismo.

El lector de este Libro (así con mayúsculas) sabrá de la turbación, la congoja y el desconcierto, la inquietud y el sobresalto; va a recorrer un laberinto sin paredes ni trazado, un desafío de transparencia en el que 'la vida tacha la vida', un silencio perceptible y una palabra indeleble. El libro es fruto de una experiencia, una lección de vida, un apasionado relato del estatuto del extranjero, de la condición de exiliado, y de ahí su actualidad, pues evoca nuestras propias responsabilidades. Jabès sabe que llevamos el estigma de la extrañeza, y tal es su elección en un libro urgente y necesario en su absoluto cuestionamiento, en su ejemplar testimonio de los grandes desgarramientos de nuestro tiempo, gracias a un pensamiento y una dignidad libres de toda traba o dogma.

Un libro que podría definirse como canción del exilio. Pero un exilio al revés, pues no destierra al hombre del mundo ni le lleva a distancias insalvables, sino que el poema (ahora sí decimos poema) representa un mundo que aproxima al hombre a un acontecimiento (verdad dirían otros) que tiene lugar en la materialidad de la escritura: 'El desierto sólo se confía al desierto'. Un libro que pide un lector sin miedo, que lea ese encanto no acabado en que tiene lugar la comprensión. La versión de este libro de Jabès es casi inapelable: sus traductoras, miembros del Taller de Traducción Literaria de la Universidad de la Laguna, ofrecen una interpretación envidiable, con fidelidad rabínica a la letra de un texto de difíciles tensiones y sentidos. Todo viaje certifica su regreso, pues como éste de Jabès, 'todo libro es un libro de a bordo'.

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