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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

SAVATER, NIETZSCHE, LA FELICIDAD Y BOB DYLAN

El filósofo habló de filosofía en El Escorial y entusiasmó a los alumnos. Ni las altas temperaturas ni el tema distrajeron la atención de los asistentes

Carmen Morán Breña

Con 40 grados a la sombra, escuchar una clase de filosofía desmitifica cualquier curso de verano. Pero estaba Fernando Savater y hete aquí que la cosa cambia. Baste decir que hubo alumnos que se colaron en esta aula de la Universidad Complutense en El Escorial, que no les correspondía, para escucharle. A 40º a la sombra, el filósofo se acordó de su madre. 'Mi madre decía que Bob Dylan cantaba mal. ¡Pero hombre, cómo va a ser eso!, le decía yo. Pues sí, porque si cantase bien cantaría ópera, decía ella'. ¿A qué venía todo esto? Hablaban de Nietzsche y Savater pretendía explicar a un alumno que el hecho de que el filósofo alemán no hubiera escrito Crítica de la razón pura no significaba que cantara mal, sino de otra forma. Ya ven como hay muchas maneras de explicar filosofía.

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Así pues, tocaba Nietzsche, hacía calor y algunos alumnos dejaron las chancletas en el suelo y se ovillaron en el asiento para entender el pensamiento del eterno retorno. 'La característica negativa del pensamiento moderno es verlo todo como la fase de algo, todo viene de algún lado o va hacia algún sitio. Nietzsche, sin embargo, toma la realidad como lo definitivo, nada va a ninguna parte, ni avanza ni huye. El haber sido ya es para siempre', explicaba Savater. Esto, dicho en plan un poco más árido, es la apuesta por la inmanencia. Lo explicaba Horacio en un poema: 'sólo es feliz aquel que puede decir hoy he vivido'.

'Volver, volver, volver', como el tango. Todo vuelve, nada que haya sucedido ya, se pierde. De tal forma que la clase magistral de Fernando Savater será ya para siempre. Y si vuelve, pues mejor.

'Ése es el punto de partida de Nietzsche, que nos previene contra la tendencia a avergonzarnos de la felicidad. ¿Se han fijado en que cuando alguien nos dice 'qué feliz es usted' habitualmente protestamos? Parece tan pueril la felicidad y tan distinguida la desdicha', reflexionó Savater.

Salió también el tema de Dios, claro. ¿Qué era para Nietzsche la figura de Jesucristo? 'Él oscilaba entre la sombra del sapo en la cruz hasta la reflexión de que el crucificado sigue siendo la imagen más trascendente de la historia occidental, como reconoció con posterioridad', contestó Savater. Pero ojo, no porque Nietzsche diga que no tenemos que creernos lo moral significa que vayamos a incumplir los 10 mandamientos, 'porque eso sería seguir creyéndolos. Los mandamientos no nos han hecho mejores, pero han dado más sabor a los vicios', que dice un amigo de Savater. Y a los alumnos-sacerdotes del curso de enfrente -Dios para pensar se titula, organizado el Arzobispado de Madrid y la Facultad de Teología San Dámaso- debieron chirriarles inexplicablemente los oídos en ese momento.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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