Asesinados
Cuando la sangre sale por la herida de un golpe sin piedad y solapado, por hombres criminales impulsados... mi alma se estremece compungida.
Me quedo sin palabras y sin vida. Resucito y me siento indignado. Me perturba el dolor desmesurado, porque sangra mi Patria dolorida.
Las manos criminales de odio llenas elevan sin cesar la viva llama... Siegan robles y siegan azucenas.
La huella del horror al Cielo clama. Y una y otra vez las mismas penas... Hasta cuando, Señor, el triste drama.
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