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Reportaje:La Blanca

'Soy babazorro, soy vitoriano'

'¡Viva!, ¡viva! ¡viva! / ¡Viva Vitoria!, ¡viva mi pueblo! / ¡Viva!, ¡viva!, ¡viva!, / pueblo bendito donde nací. / Soy babazorro, soy vitoriano, / soy de este pueblo noble y leal. / Yo nunca miento, yo siempre llamo / al vino, vino y pan al pan'. Así comienza una de las canciones más populares de las fiestas de Vitoria, un pasacalles que entonan miles de personas todos los 4 de agosto en su estribillo más conocido: 'Celedón ha hecho una casa nueva / Celedón con ventana y balcón'.

La música es un ingrediente imprescindible de todas las fiestas y, en Vitoria, las composiciones cuentan con un asunto más que recurrente para sus letras: los blusas. El programa de fiestas de este año recuerda las partituras que se han escrito para estas cuadrillas que animan La Blanca desde hace decenios.

Casi todas corresponden a tiempos grises, los de la posguerra, que necesitaban música para esas pocas jornadas de juerga que eran las fiestas patronales. De entonces son Las cuadrillas, de autor anónimo, o Los Blusas, de José Luis García de San Esteban, estrenado en 1944: 'Son nuestras fiestas de La Blanca / las más hermosas de la nación, / son sus corridas más famosas / donde 'Los Blusas' son el galardón'.

Como se ve, no brillaba el ingenio en las letras, ya que se trataba sobre todo de pasarlo bien y animar el ambiente en tiempos de ausencia de decibelios enlatados.

Otro de los temas famosos por entonces y que se ha mantenido hasta hoy es la popular biribilketa titulada Ya vienen los blusas, compuesta por José María González Bastida. El que fuera director de la Banda de Música de la ciudad es también autor de Los blusas, un pasacalle estrenado en 1945 con letra de Ernesto Castaños. Los versos, como en el resto de los temas, destacan la alegría de estos jóvenes y su afición por el buen beber. Así termina la canción: 'Enflaquecen las botas / y la andorga se llena de vino, / dejan por el camino / los recuerdos de algún coscorrón'.

El lugar común era el recurso más habitual en esas composiciones más destinadas al cántico en los postres de las francachelas de los blusas que a la interpretación seria.

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Sin embargo, la canción que compuso Mariano San Miguel para Celedón ha vivido y vive mejores interpretaciones instrumentales. Como reconoce el cronista de la ciudad Venancio del Val, la canción es 'una composición en aire de pasacalle, saltarín, festivo, en el que destacaba el conocido cantar, entretejido con la finura de líneas musicales entresacadas de músicas populares'.

Es decir, Celedón es un puro sampler, que dirían los aficionados a la música del siglo XXI. San Miguel tomó de aquí y allí y enhebró una canción compuesta por pequeños fragmentos de otras que ya residían en la memoria popular. Se distinguen, sobre todo, melodías de origen sanferminero, como A Pamplona hemos de ir o Uno de enero, dos de febrero; además de la vizcaína Artola daukat.

Por lo que dicen las crónicas de Venancio del Val, la letra de esta canción imprescindible en las fiestas vitorianas no está a la altura de la música, pero recoge el espíritu de la ciudad. Pero lo que no podría pensar Mariano San Miguel, el clarinete solista de la Banda de Alabarderos, es que más de 80 años después miles de personas reivindicasen el 4 de agosto a las seis de la tarde esos versos que él consideró mediocres.

NOVEDADES

Las txoznas han cambiado este año de ubicación. Se han trasladado hasta el otro lado de las vías, en el aparcamiento de la Universidad. Allí también se ha ubicado un escenario que ofrece conciertos alternativos como el de hoy con Ken Zazpi y Kuraia.

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