Tres pistoleros atacaron al ucranio que murió a tiros en Pan Bendito
Queda libre el joven detenido tras el homicidio del domingo
Al menos tres hombres abrieron fuego con pistolas, en la madrugada del pasado domingo, contra un grupo de inmigrantes ucranios en la colonia de Pan Bendito. Beliansky Oret, de 29 años, albañil, cayó muerto de dos balazos, y otros cuatro compatriotas resultaron heridos. El grupo fue acribillado a tiros cuando se disponía a coger el metro en la estación de Pan Bendito, tras celebrar el cumpleaños de Oret en su casa de Carabanchel Bajo. Minutos antes había tenido un incidente verbal con una española, que requirió a otras 30 personas en su ayuda. La policía no ha detenido a nadie.
Diana se acercó ayer junto a su padre y su cuñado al Instituto Anatómico Forense para reclamar el cadáver de su esposo. Entre lágrimas, revivió el trágico suceso, en el que su marido perdió la vida de dos tiros, y otros cuatro compatriotas resultaron heridos, dos de ellos de gravedad.
El sábado se reunieron varios amigos y familiares en el domicilio de Beliansky para celebrar su cumpleaños con dos días de antelación, aprovechando el fin de semana. Toda la velada transcurrió sin incidentes, hasta que antes de las dos de la madrugada decidieron acompañar a sus invitados hasta la estación de metro de Pan Bendito.
El grupo de ucranios iba riéndose cuando pasó junto a ellos una española, que pensó que la estaban insultando. Aunque no era cierto, según los inmigrantes, la mujer les recriminó su actitud y les insultó. 'Nos dijo que nos marcháramos de allí y que la dejáramos en paz', explica Diana. Su marido y su amigo Iván Mikitka, de 33 años, se acercaron a ella y le replicaron que no estaban haciendo nada.
Armados con palos y tubos
Ese incidente no pasó a mayores. Pero, en menos de cinco minutos surgió en la confluencia de las calle de Besolla y Abrantes una treintena de personas, armadas con palos y tubos de hierro. Sin mediar palabra, insultaron y apalearon a los inmigrantes. 'Iván se había metido en el metro y, al oír los gritos, se dio media vuelta para ver qué ocurría', recuerda Diana. 'Al menos tres hombres sacaron sus pistolas y empezaron a disparar a diestro y siniestro. Pensé que eran de juguete, porque sonaban como petardos', añade. Beliansky Oret se acercó a ayudar a su amigo Iván, que había caído al suelo herido de bala. Increpó a los agresores y uno de ellos le pegó dos tiros (uno en el pecho y otro en el abdomen).
'Mientras caía al suelo, los otros escaparon y no me dio ni tiempo a fijarme en sus caras', explica Diana. 'No creo que la policía detenga al asesino, porque los agresores se están tapando unos a otros', se lamenta la esposa del fallecido. Uno de los cuatro heridos, Mamyyr R., de 30 años, permanece grave.
Fuentes policiales han confirmado que los ucranios trabajan y residen legalmente en España y que ninguno de ellos ha tenido problemas con la justicia.
La policía dejó libre ayer a Óscar V. V., un español de 18 años que fue detenido por su presunta relación con el tiroteo, ya que no fue uno de los autores materiales del homicidio, según fuentes policiales.
'¿Por qué nos ha pasado esto?'
Diana no puede dejar el pañuelo de papel. Tiene los ojos enrojecidos y se pregunta, con las escasas palabras en español que conoce, por qué fue su marido, Beliansky Oret, de 29 años, la persona que murió tiroteada la madrugada del pasado domingo en el barrio de Pan Bendito. Su hijo, de tres años, aún desconoce la noticia y ella, llena de dolor e impotencia, no sabe todavía cómo va a decírselo a un niño tan pequeño. 'Está en casa de una amiga y cree que su padre está fuera trabajando, como siempre, en la construcción, pero antes o después tendré que decirle la verdad sobre lo que le han hecho a su padre y no sé si un niño tan pequeño podrá entenderlo', explica Diana. 'Fuimos a celebrar su cumpleaños y al final tuvimos que llorar su muerte. Ni tan siquiera ha llegado a cumplir los 30 años, ya que hoy [por ayer] era su cumpleaños. Encima, le ocurrió a él, que nunca se metía en problemas con nadie', añadía la joven viuda, de 25 años, que estudia ahora para ser auxiliar de panadería. 'Estoy en el paro. Sin ayuda de ningún tipo y con un hijo que tengo que sacar adelante. Me piden unos 4.000 euros para repatriar el cadáver a nuestra ciudad [Lvov], en Ucrania, y la verdad, no sé de dónde los voy a poder conseguir', explica Diana, que lleva, al igual que su marido, cuatro años viviendo en España y que consiguió hace tiempo regularizar su situación. El hijo de ambos nació ya en España. Ella vive con su padre y su cuñado en un pequeño piso situado a unos 300 metros de la comisaría del Cuerpo Nacional de Policía, en Carabanchel Bajo. Un diminuto habitáculo de apenas cuatro metros cuadrados sirve de improvisado salón y cocina. En la capital hay unos 3.000 inmigrantes ucranios empadronados, según los datos facilitados por el Ayuntamiento de Madrid.
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