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Tinto de verano | GENTE
Columna
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El triángulo de las Bermudas

Elvira Lindo

Omar nunca ha estado en un restaurante, pero a los tres minutos de sentarse a la mesa ya parece Vázquez Montalbán. Le hemos traído a uno de esos mesonazos de la sierra 'tipo antiguo', de piedra y lámparas de hierro forjado, como ésas de las que se colgaba Errol Flynn. Omar lleva puesta una camiseta blanca de mi santo que le hace un contraste maravilloso con su carota negra. Mi santo le dice: 'Omar, me quitas mi ropa, me quitas mi ordenador, sólo te falta quitarme a mi mujer', y Omar le contesta: 'Pues esta tarde me eché la siesta con ella'. Cierto, esta tarde vino a mi habitación a enseñarme unas fotos 'simbólicas' que había hecho con la cámara digital (a un pie de mi santo, a su bocadillo de jamoncete) y de pronto se apalancó a mi lado y se quedó. No sé qué pensará de todo esto el defensor del Menor. Omar le dice a mi santo que le gusta la camiseta que le ha dejado, pero que lo que le pegaría al restaurante que le hemos traído es un frac con pajarita. Dice que le encanta el restaurante porque es supermedieval. Se va al servicio y cuando vuelve dice que no se atrevía casi ni a mear porque el váter, dice, se pasa de supermedieval, y por un momento le ha dado miedo que le pasara lo de la película El triángulo de las Bermudas, y que en vez de encontrarnos a nosotros cuando volviera a la mesa viera a personas supermedievales. Y eso que yo no soy creyente, aclara, sólo creo en Dios y en el infierno. Pero, por si acaso, le dice a mi santo: 'La próxima vez que vaya al váter me acompañas, te lo advierto'. Mientras nosotros comemos, Omar habla, aunque hablar no le hace perder comba comiendo. Es un sibarita: pilla una gamba, la mete entre pan, le echa un chorrete de limón y a la boca. Al terminar le dice al camarero: 'Por favor, dígale a la cocinera que todo estaba exquisito'. Como diría Juan Cueto, la televisión que ve en su pisillo de Móstoles a diario le ha hecho un cosmopolita.

Omar no tiene nostalgia de Guinea, sino de Alcorcón, del colegio

Volvemos a casa en coche. Omar dice que lo que más le gusta de Móstoles es la tienda de los chinos donde se encuentra a una niña que le gusta: 'Vivo pegado a sus ojos'. 'Omar, eres un poeta', le dice mi santo. 'Sí, ya lo sé, escribo poesías y se las doy a las niñas de mi clase con seudónimo, pero ellas siempre dicen: 'Omar, eres tú, conocemos tu estilo'. Omar no tiene nostalgia de Guinea, sino de Alcorcón, del colegio Antonio Machado. Cuando se acuerda de su antiguo colegio, dice: 'Caminante, no hay camino: hay estrellas en el mar'. Otra de las cosas que le gusta de Móstoles es que allí se examina todo el mundo del carné de conducir. Antes, de camino al colegio, se paraba en la sala donde examinaban del teórico. Le gustaba mirar a los examinandos a través del cristal. Pero un día salió el profesor y le dijo: 'Coño, deja de venir ya, chaval, que me los desconcentras'. Entonces le dice mi santo: 'Pues igual era yo de los que se estaban examinando'. Eso a Omar le impresiona: 'Y yo estaba viéndote hacer el teórico sin saber que un día seríamos amigos'.

Omar desayuna cola cao y patatas fritas Bonilla a la vista, de las que nos trae el editor Luis Suñén de Galicia. Ya está con los manguitos puestos. Dice que ha dormido como Dios lo trajo al mundo. De pronto, sin venir a qué, dice que no sabe por qué tiene que celebrarse el Día del Orgullo Gay y no el Día del Orgullo Machote: 'Podríamos ir tú y yo, le dice a mi santo, en una carroza de esas de los gays, pero de machotes, yo con mis manguitos puestos y tú con el tubo del limpiafondos enrollado por el cuerpo, sería simbólico y gritaríamos '¡Thermomix, un nuevo amanecer!'. Y en ese momento entro a la cocina y veo a mi santo levantando el puño. Este proceso de infantilización me preocupa: a ver si le tengo que regalar por nuestro aniversario unos Lego.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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