_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Obras

El Toyo es, junto al soterramiento del ferrocarril, el proyecto urbanístico más ambicioso de Almería. En el terreno donde próximamente se levantarán las viviendas de los atletas participantes en los Juegos del Mediterráneo de 2005 las máquinas trabajan a buen ritmo. Tras haberse instalado las redes eléctricas y las infraestructuras de telecomunicaciones, se están preparando los terrenos para la edificación. Además de la Villa Mediterránea, en El Toyo habrá una zona de recreo, un inevitable campo de golf, cinco hoteles de lujo, más viviendas, restaurantes, un hospital muy moderno y bastantes supermercados.

Los criticones de siempre se quejan de que los Juegos del Mediterráneo de 2005 no van a revertir en beneficio de la ciudad, al contrario de lo que sucedió con Barcelona y sus Juegos Olímpicos. El Toyo está situado a 12 kilómetros del centro, y Almería apenas notará las millonarias inversiones. Se perderá así la oportunidad de mejorar el diseño urbanístico de una ciudad que necesita urgentemente un repaso. Los barrios periféricos que lindan con El Toyo tampoco se beneficiarán de ese ingente flujo de dinero; no hay actuaciones previstas ni en La Cañada, ni en El Alquián, ni en Retamar, barriada almeriense que carece de infraestructuras de comunicaciones. Y de aceras. Y de calzadas. Y de alcantarillado.

'El Toyo es tuyo', dicen los anuncios que han colocado en este barrio. Pero no sé exactamente a quién se refieren. Dudo mucho que se trate de una fina ironía del concejal de Urbanismo. No lo conozco personalmente; lo he visto alguna vez en la prensa local, fotografiado en los desmontes de El Toyo como un terrateniente que muestra ufano sus amplias posesiones. Pero El Toyo tampoco es suyo, aunque a veces lo parezca. Y tampoco debe de ser suyo el hábil manejo de la ironía, a juzgar por su comportamiento en Izquierda Unida, formación a la que pertenece. Ya saben a qué me refiero; nos lo contó María José López Díaz en este periódico. Qué poco irónico, ¿verdad?, es eso de esperar a que tu coordinador provincial (a quien tampoco le gusta El Toyo) se marche a dar una conferencia a la Universidad de Lovaina para convocar una moción de censura a la que sólo acuden tus partidarios, ganarla, y cambiar acto seguido la cerraduras de la sede. Para gestionar las multimillonarias obras de El Toyo y las que se derivarán del soterramiento de las vías ferroviarias necesitaríamos a alguien más sutil que el concejal Diego Cervantes.

Para sutilezas, las del Colegio de Arquitectos de Almería. Cansado de que el Ayuntamiento organice concursos cerrados, ha decidido convocar uno propio, paralelo al oficial y abierto a todo el mundo, no tanto para soterrar las vías del ferrocarril cuanto para provocar un debate público sobre el uso que debe darse al nuevo espacio y en definitiva sobre el modelo de ciudad que queremos los almerienses. Exactamente lo que menos les apetece ahora a ciertos políticos, que presionan al Colegio para que no ponga con su impertinente concurso los pies de barro a las autoridades urbanísticas. El Toyo es tuyo, pero el soterramiento se lo come el Ayuntamiento.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_