Don Gil, bajo la luna de San Lorenzo
El festival escurialense de Teatro Clásico apuesta por visiones contemporáneas de obras célebres y universales
El Real Coliseo de Carlos III, un bello teatro situado en el centro histórico de San Lorenzo de El Escorial, es conocido popularmente como la bombonera por su romántico espacio y su construcción dieciochesca. Este año, del 2 al 25 de agosto, acoge el V Festival de Teatro Clásico de San Lorenzo de El Escorial: 12 espectáculos, la mayoría de ellos estrenos en la región, de 11 compañías provenientes de diferentes zonas de España.
Los montajes ofrecen textos universales de un buen puñado de los mejores autores clásicos: Sófocles, Corneille, Zorrilla, Marlowe, Calderón de la Barca, Molière, sor Juana Inés de la Cruz, Goldoni, fray Luis de León, Quevedo, santa Teresa de Jesús, Cervantes, Tirso de Molina y Shakespeare. Aunque la mayoría de los montajes pertenece al género de la comedia, el festival también ha programado conocidas tragedias, como Elecktra, Fausto o Titus Andrónicus.
Por su parte, el actor Rafael Álvarez, El Brujo, hará reír unas veces y otras sobrecogerá con su nuevo espectáculo, Una noche con 'El Brujo' (día 18), creado a partir de textos de fray Luis de León, Quevedo, santa Teresa de Jesús y Cervantes. Un monólogo con el que el popular actor ha querido hacer un homenaje: 'A ese inmenso número de espectadores que me ha entregado y regalado anécdotas y momentos irrepetibles', subraya el actor.
El Teatro de Ningures se ha ido a los orígenes a la hora de poner en escena Fausto (día 9), ya que ha elegido La trágica historia de la vida y la muerte del doctor Fausto, obra que el turbulento dramaturgo inglés Christopher Marlowe escribió en el siglo XVI utilizando un mito que posteriormente se convertiría en universal a través de otros muchos autores. El montaje que ha dirigido Etelvino Vázquez aborda no sólo una lectura contemporánea del Fausto, sino también una lectura política que lo acerque a nosotros y que hable de nuestro continuo pacto con el diablo.
El grupo andaluz Atalaya aborda un montaje en el que el coro es protagonista: Elektra, (día 2), con dirección de Ricardo Iniesta, utiliza para su versión textos de Sófocles, Esquilo y diversos autores contemporáneos.
Uno de los textos más emblemáticos de Pierre Corneille llega de la mano del joven director Adrián Daumas, que ha puesto en pie La comedia de las ilusiones (día 3), con una cuidada traducción de Mauro Armiño; obra en la que se nos habla de la inconstancia del ser humano y de la lucha por sus sentimientos de libertad a través de una metáfora del teatro y su mundo.
Con versión de Emilio del Valle y dirección de Francisco Plaza, Producciones Inconstantes ofrece Abre el ojo (día 4), de Francisco de Rojas Zorrilla, que retrata el ambiente urbano y picaresco del Madrid del siglo XVII.
El conocido director Manuel Canseco acude a la muestra con una divertida comedia calderoniana en la que reinan el enredo y la confusión: El escondido y la tapada (día 10).
Una versión muy personal de El avaro, de Molière, puesta en pie por la compañía Fuegos Fatuos, de Guadalaja, permite ver (día 11) a uno de los actores más solventes del panorama del teatro español premeditadamente marginal: Juan Morillo, en el papel de Harpagón. La compañía La Strada presenta la única comedia de enredo escrita por sor Juana Inés de la Cruz: en Los empeños de una casa (día 16) no faltan equívocos, confusión, sospechas y hasta travestismo.
Una visión mediterránea de La hostalera (día 17), de Goldoni, es la que trae el Teatre Micalet, de Valencia, que incorpora a esta deliciosa pieza música de Renato Carosone y unos figurines rabiosamente modernos.
Entre Tirso y Shakespeare
Teatro Corsario, que cumple dos décadas de existencia bajo la dirección de Fernando Urdiales y que desde hace 13 años está especializado en la puesta en escena de clásicos, particularmente del Siglo de Oro, acude a la muestra con dos espectáculos de perfiles bien distintos. Por un lado, Don Gil de las calzas verdes (día 23), obra de Tirso de Molina en la que se suceden enredos y líos con gran comicidad. Por otra, Titus Andrónicus (día 24), uno de los textos shakespearianos más subyugantes y terroríficos.
La compañía Zascandil, pionera en Madrid a la hora de abordar autores clásicos, representa (día 25) Un celoso extremeño, de Cervantes, en la que pone de manifiesto que celos y serenidad no suelen ir unidos.
Al hecho de que los espectáculos ofrecen un alto nivel de calidad hay que unir el disfrute de este pequeño y sugerente teatro, uno de los más bellos espacios escénicos que quedan en pie en la región. Iniciada su construcción en 1770 por Jaime Marquet, arquitecto francés al servicio de Carlos III, el Real Coliseo se terminó un año después. Dos décadas más tarde el arquitecto Juan de Villanueva acometió su reforma, algo que este teatro ha sufrido en diversas ocasiones. La última, en 1979. Desde entonces han desfilado por su escenario grandes figuras del teatro y de la música, así como prestigiados grupos y solistas extranjeros, sobre todo especialista en música barroca.
V Festival de Teatro Clásico de San Lorenzo de El Escorial. Real Coliseo de Carlos III. Calle de Floridablanca, 20. Viernes y sábados, a las 22.00. Domingos, a las 20.00. Entrada: 9 euros. Información y reservas: 91 890 45 44. Venta anticipada: 902 48 84 88.
El reclamo del Siglo de Oro
Mientras que hace tan sólo 20 o 30 años la gente joven consideraba el teatro clásico un auténtico rollazo que nadie estaba dispuesto a engullir -a no ser, claro está, que la cosa viniera del extranjero avalada por algún pope escénico-, hoy la cuestión ha dado un giro copernicano, hasta el punto de que los clásicos se han convertido en un reclamo importante elegido por muchas compañías. Era una necesaria revitalización que, entre otras cosas, provoca que a festivales de repercusión nacional como el de Almagro, en Ciudad Real, y el de Mérida, en Badajoz, le hayan salido dignos herederos en diversas ciudades de toda la geografía española.
En la Comunidad de Madrid, donde se encuentra la Compañía Nacional de Teatro Clásico que fundara el ya fallecido Adolfo Marsillach, quizá el mayor responsable de este resurgimiento de los clásicos, han surgido dos eventos que cada año adquieren mayor solidez. Por un lado, el Festival Clásicos de Alcalá, que acoge al principio de cada verano una buena y ecléctica programación. Por otro, este Festival de Teatro Clásico de San Lorenzo de El Escorial, que en plena canícula estival nos regala una programación rica, variada y digna.
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