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Tribuna:EL FUTURO DE LA PENÍNSULA IBÉRICA
Tribuna
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Portugal y España

La autora aboga por la superación de viejos recelos entre Lisboa y Madrid y la puesta en marcha de foros de integración efectivos entre ambos países.

Las relaciones bilaterales entre España y Portugal están hoy definitivamente enmarcadas por el proceso de integración europea. Juntos nos incorporamos en la entonces Comunidad Económica Europea, firmamos el Acta Única, juntos decidimos hacer del Mercado Único una realidad, juntos nos hemos beneficiado del Fondo de Cohesión y también juntos nos hemos impuesto el reto de estar en el pelotón de cabeza de la Unión Económica y Monetaria. Last but not least, juntos participaremos en la próxima Conferencia Intergubernamental de 2004 que tiene como objetivo llevar a cabo la reforma más profunda que la Unión Europea ha conocido hasta ahora, con la mirada puesta en la ampliación hacia los países de Europa central y oriental.

'Portugal debe ganar confianza y dejar de mirar a España como un obstáculo'

Pero ¿hasta qué punto nuestros países -y en ello incluyo tanto los poderes públicos como la sociedad civil- han reflexionado conjuntamente sobre las consecuencias que han podido tener y sin duda tendrán a medio plazo todas estas decisiones que afectan de forma substancial nuestra convivencia en la Península y por lo tanto nuestro futuro colectivo?

Juntos compartimos un espacio marcado históricamente por la división pero que la dinámica del proceso de integración europea tiende a unificar. Lo está haciendo ya. Puedo entender que en 1986 la integración económica y hasta cierto punto política de la Península Ibérica haya sido puesta en manos de la Unión Europea: avanzaremos en la Península a medida que progresemos todos en Europa. Es sensato que haya sido así. Puedo incluso entender que los políticos españoles y portugueses hayan eludido hasta hoy un debate abierto sobre la inevitable integración económica y política de la Península en el marco de la Unión Europea.

Hoy, sin embargo, la cuestión es ineludible. Para ello, debemos reflexionar conjuntamente sobre nuestro futuro - de forma paralela al proceso de construcción europea-, pero ¡tenemos que hacerlo! Políticos, empresarios, agentes culturales, sociales, todos debemos llevar a cabo un debate abierto sobre el futuro de nuestras relaciones bilaterales. Cada cual a su nivel y en su respectivo ámbito de responsabilidad, pero implicando de forma decidida ambas sociedades.

Empecemos por conocernos. Los sondeos demuestran que los españoles, en general, desconocen Portugal, a los portugueses, a sus representantes políticos, a sus empresarios más emblemáticos, a sus principales instituciones culturales. Asimismo, los portugueses conocen mal España, los españoles así como la diversidad de pueblos y culturas que la componen.

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¡Debemos actuar! Por ejemplo, fomentando la creación de instituciones y organizaciones conjuntas. ¿Por qué no? ¿Qué impedimento hay para que una asociación sectorial del calzado incluya a la vez empresarios portugueses y españoles? ¿No quieren todos vender más zapatos en el mercado ibérico, en Europa y en el mundo? ¿No se defenderían mucho mejor los intereses de la industria del calzado si se agruparan en su seno a los empresarios portugueses y españoles del sector? El ejemplo escogido es, quizás, demasiado simple, pero detrás subyace la pregunta: ¿existen todavía obstáculos significativos que impidan la superación de las fronteras psicológicas -ya que las económicas, de hecho y de derecho, ya no existen- y que se avance hacia el entendimiento real y efectivo de los ibéricos de cara a la globalización europea y mundial?

Que se fomenten, pues, las instituciones comunes. Desde los poderes públicos y desde la sociedad civil. De carácter económico, cultural y social. Ellas permiten crear vínculos que perduran mas allá de las personas. Cauces de diálogo, foros de reflexión conjunta, organizaciones de defensa de intereses comunes, instrumentos que fomenten las complicidades, los puntos de encuentro, donde los malentendidos se solucionen y se transmita a la sociedad una sensación de eficacia, dinamismo y responsabilidad.

Últimamente se agitan algunos fantasmas, se invocan temores, algunos reclaman una vuelta al proteccionismo, se señalan supuestos enemigos y todos hacemos como si aquí no pasara nada. Y los que más se lamentan también tienen una cuota de responsabilidad en lo que está sucediendo.

Y suceden cosas. Hay falta de valentía, de diálogo y de generosidad. Se impone el corto plazo en detrimento de estrategias sólidas y duraderas. Y la solución no es difícil. Hace 15 años era mucho más complicado. Hoy por hoy, Portugal tiene que perder su temor atávico al vecino. Debe ganar confianza y dejar de mirar a España como el obstáculo que le cierra el paso a Europa y al mundo. Los descubridores del siglo XV dieron la espalda a España porque todavía existía un mundo por descubrir y conquistar. Nuestros descubridores del siglo XXI tienen que aventurarse en España con la misma audacia de sus antepasados. No comparto el lamento de Fernando Pessoa que sentenció que los portugueses, después de los descubrimientos, se quedaron en el paro. Comparto, sí, el mensaje positivo e inteligente del hasta hace poco embajador de Portugal en Madrid y actual ministro de Asuntos Exteriores de Portugal, António Martins da Cruz, que afirma que la gran suerte de Portugal es la de tener como vecino a un país fuerte y dinámico como es España.

En este contexto, la Fundación Cataluña-Portugal es un puente entre la sociedad portuguesa y catalana. Su objetivo no es otro que el de reducir las distancias entre el oriente y occidente peninsular. Promover los intereses portugueses en Cataluña y los de Cataluña en Portugal. Encontrar objetivos e intereses comunes entre empresas, entidades culturales y sociales de ambas sociedades de cara a su proyección conjunta en Europa y en el mundo. Lo importante es que, transcurrido un año y medio desde su creación, la Fundación Cataluña-Portugal ha encontrado su espacio y se ha convertido en una apuesta de futuro, irreversible, y por supuesto abierta a todo aquél que desee colaborar en esta dirección.

Maria do Carmo Belard-Kopke es secretaria general de la Fundación Cataluña-Portugal.

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