Detenido un menor como presunto autor de la muerte a tiros de un joven en Motril
En la pelea, que se produjo en la puerta de una discoteca, resultó herido de bala otro hombre
Un joven de 22 años murió la madrugada de ayer de tres disparos a 20 metros de la entrada de una discoteca en Torrenueva, una pedanía de Motril, en la costa de Granada. La muerte de V. J. C. C. fue el colofón trágico de una disputa entre varios clientes que bebían en el interior de la discoteca Bugabú. El encargado de seguridad del local expulsó a los jóvenes a la calle. Allí continuó la riña, que fue cortada por los disparos de un individuo que luego huyó con un cómplice. La policía detuvo en la tarde de ayer en Granada a un menor como presunto autor de los disparos.
Torrenueva es una tranquila colonia de veraneo situada a pocos kilómetros de Motril, en dirección a Almería. Los edificios de apartamentos alzados frente a la playa se abastecen en julio de unos turistas característicos, familias modestas procedentes casi siempre de Granada capital o de Jaén.
La discoteca Bugabú es quizá la única alternativa de esparcimiento nocturno que hay en la pedanía. El local está en un desvío situado en las inmediaciones del núcleo urbano, junto a la cerretera Nacional-340. Allí, la madrugada del sábado, se produjo un imprevisto tiroteo que acabó con la vida de un hombre y provocó heridas graves a otro.
La pelea se inició en el interior de la discoteca. La policía no reveló ayer las causas que originaron la disputa y mantenía abierta la indagación hasta esclarecer todas las circunstancias. Los testigos explicaron que tras un primer encontronazo los ánimos de los dos grupos se fueron encrespando paulatinamente hasta el extremo de que el responsable de seguridad del establecimiento decidió echar a todos a la calle. Allí, en la puerta, continuó la discusión, que fue zanjada a tiros, al filo de las 2.30, por uno de los interpelados.
Todavía con vida
V. J. C. C., de 22 años, recibió tres balazos y cayó malherido a unos 20 metros de la puerta del local, al otro lado de la carretera. El propietario de la discoteca, alertado por los disparos, salió del local y observó a un joven tendido en el suelo que sangraba abundantemente por un costado. A la vista del panorama decidió llamar al servicio de emergencias médicas. Cuando los sanitarios del 061 llegaron al lugar, el joven todavía se encontraba con vida. Sin embargo, los esfuerzos de los médicos para recuperar la constantes vitales del agonizante resultaron infructuosos y, tras varios minutos de maniobras de reanimación, lo dieron por muerto.
Mayor fortuna corrió, sin embargo, S. H. C., de 26 años. El proyectil sólo le produjo una herida superficial en el lateral izquierdo del abdomen. El hombre fue trasladado al cercano hospital de Santa Ana de Motril, donde tras ser curado en urgencias y comprobar que no sufría lesiones orgánicas, ingresó en el servicio de observación médica. Su estado de salud no planteaba serios problemas e incluso los responsables del hospital barajaron a mediodía la posibilidad de darle el alta en las próximas horas si la evolución se mantenía en los límites de la normalidad.
A las seis de la tarde, la policía detuvo en su domicilio de Granada a D. R. A. G., un menor nacido en diciembre de 1985, como presunto autor de los disparos, según informó la Subdelegación del Gobierno. En el domicilio, la policía halló cinco cartuchos del calibre 22 y ropa ensangrentada, indicaron las mismas fuentes, que no precisaron si se sigue buscando a alguna otra persona implicada en los hechos, informa Efe.
El cadáver de V. J. C. C. fue velado ayer en Motril, la población donde residía, tras practicársele la autopsia. Los familiares no se explicaban lo ocurrido y se preguntaban por las causas de la disputa que tuvo tan extremo desenlace. La agencia Europa Press, que citaba fuentes de la Subdelegación del Gobierno en Granada, sugirió que varias personas sin relación aparente con la disputa se vieron también implicadas en el suceso y se dieron a la fuga en un turismo.
En Torrenueva, a mediodía de ayer, los veraneantes vivían en apariencia ajenos a lo ocurrido durante la madrugada anterior a varios cientos de metros. Los bañistas se acumulaban sin prisas frente a la línea de playa. A la entrada del pueblo, junto a la discoteca y bajo el sol achicharrante de las dos de la tarde, el paisaje era el habitual de un día de verano.
Sólo los restos de una cinta utilizada por los agentes de policía para acotar el área donde se produjo el suceso y los desechos de los materiales utilizados por el servicio médico daban testimonio del sangriento suceso ocurrido allí unas horas antes.
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