Benicàssim, playa y palmitos
La localidad castellonense celebra su gran festival de música
Los naranjales cuya flor da nombre a esta costa salpican la llanura donde se sitúa Benicàssim, probablemente el centro de veraneo más popular del litoral castellonense. Hasta los años sesenta, aquel momento del boom turístico, la localidad de Benicàssim era un lugar reservado a unas pocas familias que dejaron lujosas villas rodeadas de jardines. Alineadas a lo largo del paseo marítimo de Pilar Coloma y del paseo de Bernat Artola, aparecen una treintena de construcciones playeras que no han perdido el sabor original de los felices años veinte. En la guerra civil, algunas de estas villas fueron incautadas por las Brigadas Internacionales y dedicadas a funciones de hospital, comedores o cocinas. Villa Elisa, Villa Pons, Villa María Julia, Villa Amparo... hoy se nos presentan como testigos vivos de otra época, perfectamente conservadas, con el mismo espíritu con el que las vivieron personajes que por allí pasaron: Buero Vallejo, Ernest Hemingway, Alejo Carpentier o Miguel Hernández.
Desde el punto de vista arquitectónico, Benicàssim acoge asimismo una interesante propuesta de construcción playera. En los años 1966 y 1967, el arquitecto Oriol Bohigas realizó los apartamentos Santa Águeda, que todavía hoy se pueden ver en una discreta segunda línea de playa en la avenida de Ferrandis Salvador. Se trata de un conjunto de apartamentos independientes, con terracitas individuales y tejados a distintas alturas que rodean un espacio ajardinado, y que transmite una sensación de dinamismo volumétrico, con elementos artesanales de inspiración popular, que lo sitúa como magnífico ejemplo de por dónde debiera haberse planteado el crecimiento arquitectónico del litoral español. 'Un nuevo modo de entender la residencia colectiva en una costa turística', como proclama la guía de arquitectura del Ministerio de Fomento, que, por desgracia, no llegó a imponerse en los años del crecimiento turístico salvaje.
A ritmo de buen pop
El devenir turístico de Benicàssim ha corrido paralelo a las propuestas de ocio que la localidad plantea en su calendario anual. Entre ellas destaca el FIB (Festival Internacional de Benicàssim), que los días 2, 3 y 4 de agosto reunirá a miles de jóvenes a los ritmos de The Cure y Paul Weller, Radiohead, The Chemical Brothers, Primal Scream o Suede.
Sin embargo, son las playas, magníficas, las responsables de la mayoría de las visitas veraniegas. Todas ellas han sido galardonadas con la bandera azul de la Unión Europea. Son limpias y disponen de buenos accesos e instalaciones, a lo que se suma un clima sobre el que sobra todo comentario. Luis García Berlanga dirigió aquí en 1954 Novio a la vista, y, más recientemente, Gerardo Vera rodó algunas escenas de Segunda piel.
De norte a sur aparece la playa de Voramar, en la zona más tranquila y distinguida, con un amplio paseo marítimo donde se alzan las citadas villas de principios del siglo pasado. Su prolongación hacia el sur se convierte en la playa de la Almadraba (porque era allí donde colocaban la red los pescadores), que en su paseo marítimo está salpicada de chiringuitos ideales para disfrutar de un aperitivo junto al mar. Más populosa y turística es la playa de Torre San Vicente, que dispone de una también muy concurrida plataforma flotante y que ofrece unas instalaciones muy cuidadas. La Escuela de Vela de la Generalitat Valenciana está situada en la playa de Els Terrers, plagada de embarcaciones, mientras que los mercadillos callejeros se colocan junto a la playa de Heliópolis. Así pues, Benicàssim es mar y playas, pero también un peculiar desierto con música de fondo.
Para tener una perspectiva distinta de las playas, no hay más que subir a lo alto del pico Bartolo, a 729 metros de altitud, sobre todo si el día es claro y se nos da la ocasión de divisar la silueta de las islas Columbretes, importantísima reserva marina del Mediterráneo, e incluso el imponente Montgó al sur, ya en tierras alicantinas. Y es que el poco conocido desierto de las Palmas permite un paseo diferente. En realidad se trata de una barrera montañosa que impide que las corrientes frías del interior peninsular perturben la calidez climática del litoral de Benicàssim.
A pesar del nombre, lo primero que llama la atención de este parque, declarado natural en 1989, es la abundante vegetación que crece en sus laderas. Desde luego, olvídese de observar las palmas que inundan la ciudad de Elche, pero sí abundan unas pequeñas palmeras autóctonas (palmitos o margallones) junto a un variado elenco de más de 600 tipos de plantas, muchas de ellas exclusivas de la zona. Pinos, alcornoques, enebros, madroños, brezo y lentisco son algunas de las especies que se extienden por este desierto. Y, entonces, ¿de dónde le viene el nombre? Éste hace más bien referencia al significado de deshabitado, a aquellos lugares que buscaban los monjes para su retiro. En concreto, fue la orden fundada por santa Teresa de Jesús la que se instaló en estas tierras. Los carmelitas celebraron la primera misa en 1694, en el monasterio que casi un siglo después se vieron obligados a abandonar debido al azote de lluvias torrenciales e incluso movimientos de tierra. Las ruinas del antiguo cenobio, un tanto fantasmales, todavía se pueden ver en la parte baja del desierto. El nuevo monasterio se construyó en un lugar más alto y tiene a gala ser el único que no tuvo que ser abandonado tras la Desamortización de Mendizábal, gracias a la intervención directa de Isabel II. En las faldas del desierto, bajando hacia el mar, pueden visitarse las destilerías donde los monjes fabricaban el licor carmelitano, sacado de la uva moscatel, que sigue elaborándose de forma artesanal.
GUÍA PRÁCTICA
- Termas marinas El Palasiet (964 30 02 50). Partilla Cantallops, s/n. Benicàssim. Reformado en el año 2000, ofrece habitaciones confortables y buenas vistas, junto al centro de talasoterapia. Unos 100 euros. - Intur Bonaire (964 39 24 80). Avenida de Gimeno Tomás, 3. Benicàssim. Situado entre pinos, dispone de habitaciones confortables y modernas. Abierto todo el año. Unos 95 euros. - Voramar (964 30 01 50). Paseo de Pilar Coloma, 1. Benicàssim. Frente al mar, rodeado de vegetación. Interior utilizado por Berlanga en Novio a la vista y por Gerardo Vera en Segunda piel. 78 euros la doble.
- Plaza (964 30 00 72). Cristóbal Colón, 3. Benicàssim. Una buena propuesta de cocina mediterránea en la Costa del Azahar. Pescados frescos y verduras. Unos 30 euros. - Voramar (964 30 01 59). Paseo de Pilar Coloma, 1. Benicàssim. Restaurante de hotel en la playa del mismo nombre, con vistas al mar. Cocina sencilla. Unos 25 euros. - Desierto de Las Palmas (964 30 09 47). Junto al monasterio del Desierto de Las Palmas. Variada oferta, desde paellas hasta pescados o conejo a la montañesa. Unos 30 euros.
- Tourist Info Benicàssim (964 30 01 02; www.benicassim.org). - Bodegas Carmelitano (964 30 08 49). Avenida de Castellón, s/n. - www.mulabe.com. - www.festival-benicassim.com.
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