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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Reflexión de la pintura

Yishai Jusidman (México DF, 1963) es una las figuras clave incorporadas por la escena artística iberoamericana en el último decenio. De ahí el acierto del MEIAC al acoger esta soberbia exposición, la primera del artista en nuestro país, que brinda una esclarecedora visión del sentido de su apuesta.

Una apuesta bien singular, hay que advertirlo. Pues no solo se distancia de los tópicos identitarios que impuso el relevo generacional del arte iberoamericano en los ochenta, sino que, a partir de pautas de manifiesta raigambre analítica, desarrolla sin embargo sofisticadas estrategias de reflexión que, en un tiempo de tal superstición antipictórica, reivindican paradójicamente como eje vertebral de su discurso el territorio referencial y material de la propia pintura.

YISHAI JUSIDMAN

Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo Museo, s/n. Badajoz Hasta el 31 de agosto

La muestra de Badajoz se construye en torno a dos ciclos recientes. En Mutatis mutandis, Jusidman retoma tipologías desarrolladas por series anteriores, básicas en su trayectoria, como los luchadores de sumo o la secuencia de retratos de pacientes de un psiquiátrico. Y aquí es el desplazamiento establecido a partir de la impresión digital, las superposiciones, las incorporaciones objetuales o la disposición escénica, lo que le permite explorar, en ausencia, la especificidad de lo pictórico.

En Pintores trabajando, por el contrario, parte de dos fotografías simultáneas captadas por las cámaras que sitúa en las esquinas superiores del lienzo que cada artista estaba realizando y que, desde perspectivas confluyentes, muestran su efigie, justo en el momento en que se distancia de la tela para estimar el curso de su trabajo. Luego se sirve de ese documento para pintar un retrato dual que, en el juego de desdoblamiento, en la inversión barroca que omite el lienzo contemplado por el modelo, situándolo en el espacio del espectador, decanta la pintura hacia su más pura condición de práctica especulativa. Como tantas veces en la trayectoria de Jusidman, ambas series, pese al énfasis otorgado a lo visible, vuelven a situar su asunto justo en ese umbral oculto de lo que no se ve.

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