¿Existe divorcio entre lo económico y lo financiero?
¿Existe divorcio entre lo económico y lo financiero? La respuesta nunca es clara. Es la eterna discusión entre lo técnico y lo fundamental, entre lo esperado y lo real, en definitiva, entre lo económico y lo financiero. Estos días estamos siendo testigos de esta aparente incoherencia: mientras que los principales indicadores de coyuntura y las previsiones macroeconómicas de las autoridades económicas apuntan a una recuperación, observamos cómo las principales plazas bursátiles del mundo caen hasta unos niveles muy preocupantes.
Estos días observamos como el índice IBEX 35 de la bolsa española trata de recuperarse penosamente mientras se precipita (ayer logró a última hora superar los 6.000 puntos que perdió durante la jornada) después de comenzar el año en los 8.400. Un panorama similar ocurre en el resto de las bolsas extranjeras.
Una de las causas que ha inducido a este descalabro en los mercados financieros ha sido la pérdida de confianza de los inversores en las empresas tecnológicas y de telecomunicaciones, que siguen anunciando recortes significativos en sus previsiones y resultados (Telefónica, Alcatel, France Télécom, etc.)
Por otra parte, los mercados no saben ya a quién creer tras las noticias sobre escandalosas prácticas empresariales que, como Enron, WorldCom o Merck, han traído como consecuencia una lamentable falta de credibilidad en la información contable de las empresas estadounidenses, con un impacto muy negativo incluso en la evolución del propio dólar.
Esa pérdida de confianza de los consumidores también ha contribuido a los fuertes recortes bursátiles, tal y como mostraban los últimos datos de confianza publicados en EE UU por el Conference Board en el que destacaban una bajada de 3,9 puntos en junio (la mayor bajada desde el pasado septiembre) debido fundamentalmente al deterioro del mercado de trabajo. En España afecta además la situación especial de Argentina y las incertidumbres sobre Brasil, por la vinculación de grandes empresas españolas en el área.
Por último, la situación política en Oriente Medio, que provoca tensiones sobre los precios del crudo y las amenazas de nuevos atentados terroristas en EE UU, bien es cierto que menores desde las celebraciones del 4 de julio, no contribuyen a mejorar este escenario.
En definitiva, todo apunta a que nos encontramos ante una crisis de confianza que, como es lógico, se traslada a grandes pérdidas en los mercados financieros. Esto ha llevado a muchos inversores a refugiarse en el mercado del oro y en la renta fija. Es habitual considerar la bolsa como un indicador avanzado y el verdadero termómetro de la economía, que descuenta con mayor o menor pasión las expectativas de los inversores. Es casi siempre el compañero mas dinámico de los indicadores económicos.
La situación que estamos viviendo estos días en los mercados financieros contrasta, sin embargo, con los datos de coyuntura económica, que si bien siguen dejando lugar a incertidumbres, no justifican recortes tan espectaculares en la rentabilidad de los inversores. Por ello, hay que preguntarse si esta armonía entre lo económico y lo financiero no se está cumpliendo en esta ocasión. ¿Existe divorcio entre lo económico y lo financiero?
Los principales bancos centrales han ratificado en su última reunión de Basilea en torno al Banco de Pagos Internacionales el crecimiento de los principales bloques económicos, aunque bien es cierto que mencionan determinadas barreras que podrían frenar este crecimiento, como son las expectativas de inflación y los niveles de endeudamiento de las principales economías.
Estados Unidos, principal referente y motor de la economía globalizada, viene mostrando incertidumbres que ponen en duda un crecimiento fuerte y sostenible en el tiempo, como es el caso de la evolución de su déficit por cuenta corriente, la recuperación del consumo doméstico y la recuperación de los beneficios empresariales. Sin embargo, los recientes datos de crecimiento publicados (6,1% el primer trimestre de 2002) confirman los buenos augurios en relación a la evolución de la economía del gigante americano.
Ante este panorama parece excesiva la virulencia con la que han reaccionado las bolsas y, en mi opinión, no responden a la situación económica actual ni futura que prevén las principales autoridades económicas y monetarias.
Todo apunta a que este clima de desconfianza, sumado a los nuevos escándalos empresariales y aderezado con una buena dosis de incertidumbre sobre la evolución de determinados indicadores macroeconómicos, ha incrementado de forma exponencial la sensibilidad de las bolsas y, en definitiva, están magnificado las malas noticias provocando una crisis bursátil que no es coherente con la situación económica real y actual y que confirma un claro 'divorcio' entre lo económico y lo financiero.
Ernesto Mata es consejero adjunto al presidente de Unión Fenosa y presidente de Soluziona.
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