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FERIA DE VALENCIA | LA LIDIA

Las dos caras de la fiesta

Las ganas de triunfo, y también las prisas, enviaron a Ferrera a la enfermería. Es lógico que torero en edad de merecer se comporte así, mas el precio que se arriesga a pagar es el de la cornada. Y la cornada llegó. Fue en el segundo de la tarde, un toro apenas picado a conciencia y que había asomado síntomas de flojedad. Sin embargo se vino arriba en banderillas y en la muleta sacó casta.

Ferrera se ajustó con él en los primeros muletazos para sacarlo fuera del tercio y emplazarlo en los medios. Allí, un valiente Ferrera quiso poder enseguida con el animal. Le bajó la mano y las ansias de asegurar cuanto antes el triunfo, le aceleraron. Se descubrió en un muletazo y el encastado toro le avisó. No tuvo opción en la segunda ocasión. Corrió la mano más de la cuenta y destempló al toro, que se lo llevó por delante.

La sangre le brotó inmediata del muslo pero Ferrera no quiso dejar inconclusa su obra. Cuando mató al toro se desmayó en brazos de las asistencias camino de la enfermería. Atrás había quedado la imagen de un torero valiente, a corazón abierto.

La corrida del Puerto, nada exagerada de tipo, tuvo muy buen fondo. Fue sólo cumplidora con el caballo, pero se creció a partir de banderillas, sumándose a la fiesta. Porque la corrida, que nunca perdió interés, fue la gran fiesta de las banderillas. Todo un abanico de pares, a cual más espectacular. Más sobrio pero seguro Esplá -los años no perdonan-; frenético Ferrera, en el único que pudo lucir, y portentoso, El Fandi. Se banderilleó por los adentros, en el tercio, en los medios; de dentro a afuera, de poder a poder... La moviola, corriendo hacia atrás. Y no faltó el par musical de El Fandi: el violín. Una fiesta de las banderillas.

Pero la corrida no fue sólo eso. Hubo más. Por ejemplo un quinto toro codicioso y encastado, y con mucho recorrido. En éste, El Fandi amasó una faena sincera. Desigual de temple, pero bien apuntalada desde el principio. De mucho calado. Vibrante y rotunda. También versátil y de juvenil provocación. Un pulso entre el encastado toro y la formidable respuesta del granadino.

En su primero, El Fandi se arrodilló de salida para recibir al toro con una larga y seguir de tal guisa por lances. Ese toro también estuvo encastado, se vino arriba en la muleta y El Fandi se le entregó. Pero la faena no tuvo redondez porque el toro fue acortando el recorrido y colándosele a El Fandi en alguna ocasión. Hubo algún susto en los rodillazos finales y esa labor quedó marcada como una lucha de poder a poder, entre el toro y el torero. Pero también dio la impresión de que El Fandi no terminó de gobernar al del Puerto de San Lorenzo.

La labor de Esplá, en los tres toros que mató, habría que juzgarla en su conjunto más que analizarla por detalles. Estuvo seguro y sobrio en banderillas. Lidiador aunque con poco reposo en el primero de la tarde. Con el cuarto, sosote y mansón, se enseñoreó por momento y en otros anduvo más ligero, aunque siempre con mucha llegada hacia la gente. Con el sexto, el otro toro apagado de la corrida estuvo simplemente correcto.

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