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Morente estrena 'África Cuba Cai' en un ritual emocionante

El espectáculo multicultural África Cuba Cai (por Cádiz), estrenado el sábado en el anfiteatro de Costa Nord, de Valldemossa (Mallorca), se concretó en un ritual disperso y emocionante, en una carambola en diálogo de fusión y complicidades entre raíces musicales muy distintas. El inventor del juego y ensamblaje, el flamenco creador Enrique Morente, lo definió: 'Una Odisea'. Fue tras encauzar con su voz y los ritmos de fuerza del sur secuencias y diálogos compartidos con artistas de Senegal y Cuba, que tomaron, a su vez y en solitario, poderoso protagonismo.

'Si mi voz muriera en tierra llevadla a nivel del mar', proclamó Morente con Alberti y Camarón en la memoria. El discurrir del concierto -con 400 personas, a 75 euros la entrada-, producido por el centro cultural de Michael Douglas y que Virgin grabó, fue un relato con olas y embates cruzados. El sentir del evento, que discurrió de las alegrías y las rumbas al bolero y las guajiras, con incursiones de un conjunto de metal y cuadros de frenesí tribal africano, se centró en la complicidad. Cupieron Toda una vida, el cante jondo y los arcaísmos senegaleses.

Un oratorio

Morente presentó una especie de oratorio. En la ensalada refrescante fue posible la convivencia plástica de los percusionistas de Senegal, Djanbutu Thiossane, con danzarín atlético y los relatos atávicos de Mass, la voz de acero y serena del milagroso Reynaldo Crag, de la Vieja Trova Santiaguera, y la no menos legendaria magia tranquila de otro senior de oro, el pianista Pepesito Reyes. En el juego de intercambios, con los ecos románticos de Reyes, el maestro de ceremonias Morente introdujo un final no programado, la rotunda belleza expresiva de su hija Estrella, que recorrió con las manos y su aire canciones melódicas del Caribe.

Estrella dedicó una nana quebrada a su bebé, Curro. También la niña Gabriela de Lucía aplaudía pasada la una en el regazo del gran padre, Paco de Lucía, que cruzó la isla de Mallorca para atender a los hallazgos del encuentro. El anfitrión, Morente, dedicó el concierto al guitarrista, a su hija, y a otros veraneantes como el pintor José María Sicilia o el cineasta Fernando Trueba, que llegó con Jorge Sanz y Rosa María Sardà.

El relato musical lo abrió el Niño Josele que con su guitarra desabrochó la noche con un Morente que ha acentuado su aire de poeta rasgado, entre Leonard Cohen y Van Morrison. Pirtaña sacó sonido al cajón y conectó son cubano, palos y las bongas. 'Africa, tu música es un llántico', se reiteró como una proclama adherida en forma de manifiesto De Cuba pa Cádiz, de Cádiz pa Cuba.

Los presentes disfrutaron del espectáculo entre las diez pasadas y casi las dos de la madrugada con apagones de Endesa de aliño. Fue un evento casi íntimo, en el teatrillo abierto entre un olivo milenario y un cilindro de acero córten y piedra seca del centro que Douglas, creó cerca de su mansión y de la celda que mitificó a Chopin y Geoge Sand.

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