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Columna
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De película

Demasiados acontecimientos políticos en poco tiempo y cambiando a un ritmo vertiginoso. Eso produce una sensación de descontrol que los ciudadanos sólo podemos afrontar mediante unas vacaciones. Pero la política sigue y sería conveniente pegar fotograma a fotograma para intentar saber de qué va la película. Los sindicatos ponen la primera escena, Aznar reparte nuevos papeles en su gobierno, quiere ser el intérprete principal durante el debate, pero surge un antihéroe que le arrebata bastante protagonismo. Mientras tanto, entra en escena un espontáneo molesto que desvía todo el argumento hacia una amarga política exterior, cuando sólo estábamos acostumbrados a representar papeles almibarados en las relaciones internacionales. Cantos poéticos ante gestas militares, cuando el tema debería haberse quedado simplemente en policial. Fin de la primera parte. ¿Cómo se llama la película? Ni idea, pero nunca segundas partes fueron buenas, aunque me temo que la veremos mal que nos pese.

En Valencia, la película crea imitadores, el comienzo de una saga, pero todavía está en fase de producción. El próximo lunes se levanta el telón en la sesión de las Cortes Valencianas. Erving Goffman fundó una orientación sociológica por los sesenta que defendía la similitud entre la actuación teatral y la vida cotidiana, una especie de metáfora útil y poderosa para explicar la interacción social. No estaría nada mal aplicar ese método, sin ninguna intención despectiva, a todo lo que ocurra en el próximo debate de investidura. Porque aquello estará repleto de personalidades políticas, pero también se les puede ver como personajes en busca de un autor. Es cierto que muchos papeles ya están adjudicados, pero no está nada claro quién es el autor real ni tampoco que exista un guión coherente con posibilidades de éxito a medio plazo.

En esa sesión habrá un equipo de representación que hoy mismo recibirá instrucciones en El Saler y que, según Goffman, es un grupo de personas que trabajan en cooperación para llevar a cabo la escena. Si no consiguen realizar una actuación convincente, dice, se puede dar un espectáculo y tanto la audiencia como los actores intentan evitarlo por todos los medios. Es fácil que el próximo lunes no haya mucha cooperación, hasta podría entrar en escena la oposición, y es muy probable el espectáculo.

Por ejemplo, aquellos que tienen que leer discursos por primera vez podrían sobreactuar, un exceso de vehemencia fingida que se produce en los que no creen demasiado en sus papeles. La improvisación del acto tiende a producir incidentes por la tensión, y no sería extraño que se produjeran lapsus freudianos, rubores, sudores o inseguridad en la voz, como advierten los expertos.

Pero además están los grupos de pasillo y de cafetería que forman parte de la escena y contribuyen a la comprensión del texto. Se forman por contacto visual y mediante posturas muy estudiadas. Para entrar, hay que pedir permiso y esperar los gestos de invitación. Todo un ritual escénico.

El lunes se levanta el telón del nuevo período de la política valenciana. Es sólo un primer acto, pero habrá muchos autores a la caza de indicios para escribir un guión que todavía está inédito y, además, plagado de sorpresas.

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