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Crítica:ESCAPARATE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La Islandia ausente

El prolífico y ya fallecido escritor islandés Halldor Laxness, distinguido en 1955 con el Premio Nobel de Literatura, publicó a finales de la década de los cincuenta una entrañable novela, Los peces también cantan, donde dejaba discurrir un retrato intimista y naïf de la Islandia de comienzos del siglo XX.

La mención de este ilustre escritor viene motivada por la idea de que este país posee su propio panorama literario y para señalar el hecho de que de forma involuntaria, o consciente, el autor de Camino a casa, Ólafur Olafsson (Islandia, 1962), no sólo es deudor de la evocadora prosa de Laxness, sino que a partir del planteamiento argumental del libro del laureado compatriota comienza a tejer su propia ficción. No obstante el acertado modelo de referencia, el resultado es bastante decepcionante, provocado por la escasa originalidad de una temática anclada en el vetusto cliché de la Europa de los nazis, al cual Ólafsson recurre sin ninguna clase de sutileza, y quizá también como anzuelo comercial del cual sacar adelante una historia que destaca por la repetición de esquemas y una inquietante falta de criterio narrativo. En esta novela realista de prosa funcional, la protagonista Disa, una irritable cocinera de origen islandés, regenta junto a Anthony, un aristócrata homosexual británico, un selecto hotel en la campiña inglesa, lugar en donde ella se ha afincado tras pasar los años treinta y cuarenta en el norte de Europa, periodo durante el que perderá a su novio hebreo Jakob, de cuya complicada relación nacerá un hijo que Disa enviará a vivir a Réikiavik con una familia local.

CAMINO A CASA

Ólafur Ólafsson Traducción de José A. Fernández RBA. Barcelona, 2002 287 páginas. Xx euros

101 RÉIKIAVIK

Hallgrímur Helgason RBA. Barcelona, 2002 315 páginas. 18,64 euros

Veinte años más tarde, enferma de un cáncer, Disa decide regresar a Islandia para ver antes de morir al hijo que abandonó sin apenas conocer, volviendo a reencontrarse con las voces y las sombras del pasado. Resulta paradójico el que un melodrama sensiblero sea incapaz de emocionar, pero aquí la protagonista despierta cualquier sentimiento menos el de empatía y todo el entramado resuena a hueco, a imposición de manual de escritura correcta, con un estilo ahogado en una autosatisfacción digna de ser reconocida como ejemplo de la forma en que la actual narrativa se sirve de despojos para construir una especie de patchwork inconsistente que une fragmentos como si juntase cromos de valor consensuado.

En el caso de 101 Réikiavik,

de Hallgrímur Helgason (Islandia, 1959), todo gira en torno a Hlynur, un tipo poco recomendable que vive con su madre, separada de un marido alcohólico y reciclada en lesbiana cuya compañera sentimental espera un hijo, que aprovecha el paro para ocupar sus largas horas de ocio mirando vídeos porno, arrastrando su cuerpo por los bares de la ciudad, chateando por Internet con una chica húngara de la cual cree estar enamorado, y cuya mayor cualidad, la del protagonista, es hilvanar una sarta de frases irónicamente ingeniosas con las que exaspera a conocidos y descoloca a extraños, mientras sostiene que su odiada-amada Réikiavik es una 'pequeña ciudad de Siberia, endurecida diarrea de glaciares, ventisqueros podridos en torno de la actualidad temporal, castillos de naipes de hierro forjado, campamento de un poblado informático'.

Podría suponerse que a este joven y pintoresco personaje, que recuerda a uno de los infaustos personajes de serie televisiva Seinfeld, le da por tener ramalazos líricos, pero en general pasa el tiempo poniéndole precio en coronas islandesas a toda mujer que cita. A pesar de la banalidad superficial en clave de comedia 'enrollada', se puede entrever una oculta intención de novela ejemplarizante, crónica sobre la educación sentimental de una generación conformista y absorbida en engordar un ego sin fondo. Da que pensar el que una editorial haya apostado por la explotación de territorios literarios aparentemente vírgenes y traiga de la aventura un material notoriamente mancillado.

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