Golpe oportuno
La nueva dirección de los GRAPO (Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre), que tomó el relevo de la desmantelada en París a principios de noviembre del año 2000, apenas ha tenido tiempo de ejercer sus siniestras funciones. La policía francesa y la Guardia Civil han frustrado los planes de esta banda terrorista que sobrevive desde la época franquista, deteniendo ayer en París, Madrid y Vitoria a 14 miembros de su actual dirección, incluido el aparato de comandos, entre ellos, al presunto asesino del policía Francisco Javier Sanz Morales, muerto de un tiro en la nuca el 17 de noviembre de 2000 en el barrio madrileño de Carabanchel.
La captura de la nueva cúpula político-militar de la banda terrorista, apenas un año y medio después de haber sido desmantelada la anterior, constituye un éxito atribuible a la cada vez mayor colaboración entre las fuerzas policiales francesas y españolas en la lucha contra el terrorismo y a la inclusión de los GRAPO en la lista de organizaciones terroristas consensuada por los Quince tras los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington. Los GRAPO, como ETA, tienen cada vez mayores dificultades para moverse en el espacio común de justicia y seguridad en el que se está convirtiendo a marchas forzadas la Unión Europea.
El que la actividad criminal de los GRAPO haya derivado con el tiempo en una especie de terrorismo parasitario -atentados de supuesto carácter sociopolítico para justificar, entre otras cosas, los atracos con los que sobreviven sus escasos componentes- no le resta gravedad. Efectivamente, una de las especialidades de esta banda terrorista han sido los atracos a entidades bancarias y a furgones blindados de transporte de fondos, que ha compatibilizado con su batalla 'contra las firmas esclavistas de trabajo temporal' mediante atentados con explosivos contra oficinas de este tipo de empresas. Pero ese delirio revolucionario, convertido en simple búsqueda de pretextos para sobrevivir, ha causado en el pasado la muerte de más de 80 personas, entre ellas 43 miembros de las fuerzas de seguridad y seis militares, y podría seguir causando algunas más si operaciones policiales tan oportunas como la llevada a cabo ayer en París, Madrid y Vitoria no lo impidieran a tiempo.
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