Amores en Mallorca y guerra en Kosovo
El socialdemócrata Rudolf Scharping pasará a la historia con mayúsculas por haber sido el ministro de Defensa alemán que dirigió el primer envío de tropas germanas al extranjero desde la II Guerra Mundial. En este caso se trató de una misión mitad de paz, mitad de guerra, ya que los soldados alemanes participaron en la intervención occidental en Kosovo en 1999 y allí sigue desplegado un contingente en tareas de vigilancia. Pero este lugar simbólico se verá contrastado en los manuales de historia con un largo capítulo de fracasos políticos, inoportunos deslices amorosos y torpezas de todo tipo.
Un capítulo que cerró ayer Gerhard Schröder de un portazo al destituir a su ministro de Defensa por el escándalo desatado por el presunto pago a Scharping de 71.600 euros por una empresa de relaciones públicas en concepto de unas conferencias y el anticipo de unas memorias. A dos meses de las elecciones del 22 de septiembre y con las encuestas en contra, Schröder no está para bromas.
Nacido en 1947, Scharping inició su carrera política en los tiempos en que Willy Brandt era el dirigente del SPD y llegó a ser presidente del land de Renania-Palatinado. Máximo responsable de los socialdemócratas alemanes entre 1993 y 1995, el ahora destituido ministro de Defensa fue el candidato perdedor del SPD en las elecciones federales de 1994, los últimos comicios que ganó el que parecía incombustible canciller democristiano Helmut Kohl.
Nuevas amistades
Su amplia cultura, que le permitía adornar sus mítines con citas de Martin Luther King o Bertold Brecht, y su arrogancia de joven promesa de la izquierda no fueron suficientes para desbancar a Kohl. Apartado después, con la ayuda de Schröder, de la presidencia del SPD, Scharping se afeitó su barba y emprendió el camino de la moderación hasta llegar al Ministerio de Defensa cuando la coalición del SPD y Los Verdes ganó las elecciones de 1998. Su cambio de imagen vino acompañado de nuevas amistades, especialmente la de la condesa Kristina Pilati von Thassul. Sus relaciones aristocráticas precipitaron el declive de la carrera de Scharping, que apareció en reportajes de revistas retozando en Mallorca, en el verano de 2001, mientras los soldados alemanes se jugaban la vida en Kosovo.
No sólo se trataba de reproches de frivolidad, porque Scharping fue acusado también de utilizar aviones militares para visitar a su pareja en Mallorca. La oposición democristiana dijo entonces que mientras aviones militares no volaban por falta de fondos, Scharping despilfarraba el dinero público para sus ardientes noches. Salvado por la crisis que generó el 11 de septiembre en todo el mundo, Scharping ya estaba tocado y la revelación de nuevos escándalos le ha dado la puntilla.
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