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LA PALABRA
Columna
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Teledensidad

Como ciudadanos de los países desarrollados, nos puede preocupar la velocidad de acceso a Internet o el tiempo de bajada de un archivo, pero para una gran parte de las sociedades mundiales, el problema empezaría más bien por tener energía eléctrica para enchufar un ordenador y, acto seguido, encontrar una línea telefónica con la que salir a la Red.

Un reciente informe de la agencia de telecomunicaciones de la ONU ha vuelto a poner en primera línea un concepto que ya llevaba al menos una década circulando: la teledensidad (que proviene del inglés teledensity). Suele medirse en número de líneas telefónicas por centenar de habitantes.

Según el informe mencionado, 83 países de Asia, África y la antigua Unión Soviética tienen menos de 10 líneas por cada 100 personas y 25 países tienen menos de una. En los países desarrollados, la teledensidad es de más de 50 líneas por 100 habitantes y puede llegar a cerca de 70 en sociedades como la sueca.

Además de esta diferencia estructural, hay otra económica. Curiosamente, en los países con menor teledensidad es donde los operadores telefónicos obtienen mayores beneficios. En palabras de Yoshio Utsumi, secretario general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), 'una llamada desde Estados Unidos a Suiza cuesta menos de cinco céntimos de dólar por minuto, mientras que una llamada a muchas partes de África cuesta un dólar por minuto, es decir, 20 veces más'.

La teledensidad resulta un indicador muy claro de dónde se sitúa un país respecto a la brecha digital. Pero además se suelen tener en cuenta otros factores, como el número de servidores de Internet por cada cien líneas telefónicas. Ambos factores no están directamente correlacionados, porque hay lugares (como Nueva Zelanda) con teledensidad relativamente baja en su grupo de países desarrollados, pero que tienen más servidores de Internet por 100 líneas telefónicas que otros con teledensidad más alta.

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