Timo en Barajas a una ciudadana peruana

Mi nombre es Areli Valencia, de nacionalidad peruana, y quisiera hacer uso de su tribuna periodística para dar a conocer el siguiente hecho con la única finalidad de que las autoridades pertinentes tomen cartas en el asunto y eviten futuros atropellos como el que pasaré a describirles a continuación.

A mi llegada a la ciudad de Madrid, el día lunes 8 de julio del año de 2002, a las tres de la tarde aproximadamente, tomé un automóvil taxi (con el número de placa M-0390-P, CIA 11222) desde el aeropuerto rumbo a la plaza madrileña de Tirso de Molina. Y ello sin preocuparme por preguntar el coste del servicio, como suele suceder en mi país, en el conocimiento de que tanto en Madrid como en la casi totalidad de ciudades europeas el uso del taxímetro es obligatorio.

Avanzados algunos minutos me percaté de que el taxímetro del coche no estaba funcionando y, al indicárselo al conductor, éste me dijo que el cobro del viaje desde el aeropuerto de Barajas hasta cualquier lugar de Madrid responde a una tarifa única de 100 euros, sin el uso obligatorio del taxímetro, señalando asimismo que ello está reglamentado en Madrid.

El taxista, que responde a las características de aproximadamente 35 a 40 años, delgado y canoso, finalizó el recorrido sin entregarme factura alguna a cambio, pese a haberla yo pedido.

Frente a ese hecho, me permití consultar a la oficina municipal de taxis y allí me respondieron que la actuación de dicho sujeto es totalmente irregular, motivo por el cual estaré haciendo llegar esta carta por escrito a la referida dependencia.

Considero que las empresas de taxis deben tener un mayor cuidado con el personal que contratan, pues personas aprovechadoras e inescrupulosas como aquel taxista no sólo desalientan al turismo, sino que dejan mucho por criticar a la cultura de un país desarrollado como lo es España.