Ahí os quedáis
No está nada mal que la huelga que nunca existió se lleve por delante a media docena de ministros, perturbe a casi todos los demás y penalice a Eduardo Zaplana con un ministerio de muchísimo trabajo
Adiós muchachos
Nunca los socialistas lo habían tenido mejor en este siglo. Aznar -cada vez más parecido a José Luis Moreno cuando hacía de ventrilocuo- se larga por voluntad propia, y no dejará de cometer torpezas hasta abandonar La Moncloa, como se ve en la solución a la crisis ministerial. No es que el partido que lidera haya de desinflarse como un globo, pero tendrá que ser más infiltrado en carrera ante un crecidito Zapatero. Más cerca, Zaplana hace de gallego fingido que ni se va ni se queda para largarse dejando a los suyos con lo puesto y sin cumplir apenas de lanzador de un sprint que tal vez no esté en condiciones de aprovechar su segundo jefe de filas. La baza relativa será de Pla -si tiene algo más de chispa- en liza con un líder provisional y un sucesor al que le falta más de un rosario para cumplir con los nueve primeros viernes de cada mes.
Compañeros de la vida
La fuga semianunciada de Zaplana (no hace mucho juró en público que ninguna otra ocupación podía satisfacerle más que representar a todos los valencianos, cosa que tendrá difícil haciendo en Madrid de ministro de Trabajo) tendrá consecuencias inolvidables para la Comunidad que felizmente abandona antes de dejarla exangüe. Entre ellas, figura el futuro de Rafael Blasco, que no querrá dejar a su jefe en trance tan definitivo y se ofrecerá a seguir haciendo de mano izquierda de su ídolo propiciatorio, ya que también en Madrid gozan de prestigio y consideración los izquierdosos reorientados. Algo peor, quizás, lo tiene Consuelo Ciscar, con lo que se abre un tímido rayo de esperanza sobre el futuro de nuestra cultura. Aunque, con algo de suerte, alguien puede enloquecer lo bastante como para hacerla directora del Museo del Prado.
Farra querida
Tenía que ocurrir, con esta gente en el poder y lo que queda de la izquierda a media asta. Pero acaso nadie anticipó que la mofa a la democracia pudiera ser tan descarada. La presencia de un fascista mala sombra y escritor de repostería como Vizcaíno Casas en el CVC (Consejo Vizcaíno Casas) nos devuelve a la dictadura de la estupidez de señorito de casino golfo que este tipo de bigotito imperial está orgulloso de representar. Pobre consejo, mísera cultura. Ese madrileño de cafetería madrileña es el resumen de todo lo que de odiosa tiene la figura del cantamañas democratizado. Vicent Alvarez, Muñoz Puelles o José María Morera tienen la obligación ética de negarse a compartir tareas institucionales con semejante sujeto. Incluso Ramón de Soto y Ricardo Bellveser podrían recordar un pasado más digno, aunque remoto, y desdeñar la intromisión en sus esforzados consejos de un individuo que -ideologías aparte- es sencillamente impresentable para cualquier persona romanizada.
Aquellos tiempos
Directivos de las grandes corporaciones acaban en el trullo por millonarios pufos blindados que arruinan de paso al pequeño inversor en bolsa, pero la indignación moral debe ceder el ceño al diseño de soluciones, aunque las soluciones no hagan sino acrecentar la ceñosa indignación moral. ¿Se globaliza mayormente la pobreza? Datos de David Held, en una Tribuna de este periódico: 1.200 millones de personas viven con un dólar diario, el 46% de la población lo intenta con menos de dos dólares, el 20% disfruta del 80% de la renta mundial. La ONU dispone de un presupuesto de 1.250 millones de dólares, pero Estados Unidos gasta 27.000 millones anuales en confitería, 70.000 en alcohol y 550.000 en automóviles, además de 4.000 en cosmética, 20.000 en joyas y 17.000 en comida para mascotas. Ojo con la indignación moral. Si sube de tono hay que recurrir a los productos de la industria farmacéutica. Y ahí las cifras son más ceñudas todavía.
Alegre muchachada
Es cierto que el presidente del Gobierno a veces cuenta chistes, ingeniosidades u ocurrencias con tanta gracia como la que se puede atribuir a una mixtura de Arévalo y Paco Martinez Soria. En esas relajadas circunstancias -cuando se dejan ver el gusto por el relato en corto y el talento para no producir hilaridad contraria a la buscada- el jefe va y alardea de un pronto un tanto agrario y hábitos de cazurro. Cosa distinta -acaso más amarga todavía- es la beatería de Botella de Aznar ante la rústica expresión de su esposo. Se vio en la tele. Una especie de reunión de casino en la que el jefe presume de sus facultades atléticas como quien chistea aquello de '¿y sabéis ése del español, el francés y el americano?'. Y el terrible plano de la primera Ana de España, entre el público, tan arrebolada con su marido que daba grima verla, como el que asiste a la babosa complicidad de una estupidez compartida.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.