La veteranía de Iggy Pop se impone en el Espárrago Rock
A los viejos rockeros se les supone la inmortalidad; el pasado viernes, además, tuvieron la posibilidad de demostrar su vigencia. Sucedió en la segunda jornada del 14º Festival Espárrago: Iggy Pop, un quincuagenario de Michigan que se hizo cantante bajo la inspiración de Frank Sinatra, electrizó al público congregado en el Circuito de Jerez con puro rock de tres acordes. '¡Andalucianos!', gritó desde el escenario el artista, que chapurrea un español chicano, y desde entonces la fiesta estuvo servida. Saltos, carreras e incluso seguidores invitados sobre las tablas -con la indulgencia de los organizadores- compusieron un espectáculo que llegó a su apogeo con la interpretación de Search and destroy, uno de los muchos himnos de este precursor del punk.
En el escenario contiguo, los malagueños Tabletom también hicieron valer su experiencia. Como su compañero estadounidense, Pepico, Perico y Roberto transpiran pasión por la música más allá de las modas. Su larga trayectoria, reflejada en directo con temas como El escalón, La parte chunga o El vampiro, ponen de relieve una desenfadada fusión de blues, reggae, funk, ritmos latinos y aflamencados que poco tiene que ver con el oportunismo. No faltaron en su repertorio canciones más recientes, como 7.000 kilos, ni un guiño 'a Frank Zappa, que en gloria esté'.
Al lado de estas propuestas, el resto del programa resultó menos sugestivo, si bien cargado de buenas intenciones. El sabroso rap de los cubanos Orishas y el rock español de Dover fueron bien recibidos por el público en las primeras horas del concierto. Garbage, en un escenario diáfano, gozó del mejor sonido de la noche. Su rock intimista y cibernético, con momentos especialmente aclamados como Push It y el indudable carisma de la cantante Shirley Manson, no dejó de ser un tanto frío.
Frialdad y perfección
Una frialdad similar, envuelta en perfección, fue la que transmitió a ratos el recital de Bunbury. Su salida a las tablas fue la de gran estrella, vestido de lentejuelas y respaldado por una banda más que solvente. Tras comenzar con El club de los imposibles, fue desgranando temas como El extranjero o Pequeño entre poses a lo Rolling Stones y dedicatorias inusuales, como la que recibió el campeón mundial de boxeo Javier Castillejo. Los riesgos musicales de Enrique Bunbury fueron menos aplaudidos, sin embargo, que la versión del clásico de Héroes del Silencio, Maldito duende, coreada de cabo a rabo por los espectadores.
Antonio Orozco y La Chiqui lucharon por calentar el escenario paralelo Reina de los Condenados. Pero fue el grupo gaditano El Barrio, mezclando temas de su nuevo álbum Me voy al mundo con otros más añejos como La fuente del deseo o Sueño marroquí quien logró concitar mayor número de espectadores. La baja a última hora de Fangoria, por enfermedad de Olvido Gara (Alaska) fue solventada con un recital de los mexicanos Jaguares. Finalmente, los otros dos escenarios del recinto, dedicados a la música electrónica, gozaron de un muy concurrido público, que se desentendió del resto de las ofertas para bailar hasta las nueve de la mañana.
Anoche se esperaba un considerable aumento de asistentes con la llegada de Extremoduro, que compartiría cartel con otras figuras del rock nacional como Hamlet, Sôber y Amaral, así como el lujoso espectáculo de Enrique Morente y Lagartija Nick, Omega. El calor y las atracciones simultáneas pusieron el resto en una cita que hasta ahora no ha registrado incidentes, y en cambio permite albergar las previsiones económicas más optimistas de los últimos años.
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