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Reportaje:

Inquietudes y dudas sobre la jugada de Aznar

Hace 90 días, el presidente urdió una remodelación del Gobierno que deja un rastro de críticas y heridas mal cerradas en el partido

Francisco Peregil

La semana pasada, José María Aznar y Javier Arenas hablaron sobre la reforma del Gobierno ocho o nueve veces. Todo estaba medido. Todo programado desde hace unos 'tres o cuatro meses', según confirman fuentes próximas al secretario general del Partido Popular.

'Ha sido una jugada maestra. Aznar ha querido reformar el Gobierno y al mismo tiempo llevar la iniciativa en el debate sobre el estado de la nación', señala Arenas.

Sin embargo, tanto secretismo, tanto diseño y planificación, no ha evitado un rastro de críticas soterradas hacia el presidente del Gobierno en el seno de su propio partido.

'En la política hay que ser más humano', comentaba ante un periodista uno de los ministros recientemente sustituidos. 'Y lo que le han hecho a Álvarez del Manzano , después de ganar tres elecciones por mayoría absoluta, no es de recibo. El hombre se ha enterado prácticamente por los periódicos'.

'En este partido no hay heridos; los que no siguen seguirán en otro sitio', asegura Arenas
'Lo que le han hecho a Álvarez del Manzano no es de recibo', se quejaba un ministro
'Zaplana viene a Trabajo porque puede plantarle cara a Rato', asegura un dirigente
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El pasado jueves, el propio alcalde de Madrid reconocía que no se enteró por los periódicos, pero casi. 'El lunes por la mañana me llamó Arenas. Me dijo lo que podría pasar, pero no me confirmó nada'. Ese mismo día, a partir de las ocho de la tarde, varios periodistas de distintos medios conocían ya que Alberto Ruiz-Gallardón sería el candidato a la alcaldía. Y entonces, cuando varios periodistas habían llamado al teléfono móvil del jefe de prensa del alcalde de Madrid, Javier Arenas llamó a Álvarez del Manzano. 'Y me confirmó que sí, que Alberto sería el próximo candidato y que al día siguiente lo publicarían algunos medios', relata el alcalde.

'Lo que no se puede hacer es lanzar durante un año a todo el que se quisiera pasar por Génova [sede del PP] el mensaje de que Álvarez del Manzano tenía los días contados', señala un dirigente del PP.

El alcalde de Madrid recordaba esta semana que él es del Betis, que sabe encajar los golpes del destino, pero su sonrisa no podía disimular la tristeza de sus declaraciones: 'La política es muy dura, pero no debe ser el arte del enfrentamiento personal ni de los desplantes internos. De mí se ha dicho que soy casi tonto, casi analfabeto. Bueno; soy inspector de finanzas del Estado; alguien tendría que echarle un vistazo a mi expediente académico, a mis oposiciones. Lo que sí es cierto es que jamás he insultado a nadie y jamás lo voy a hacer'.

Javier Arenas señala: 'No hay heridos: los que no siguen saben que este partido es muy grande y que hay sitio para todos'. Arenas era, según reconoce él mismo, uno de los pocos ministros, 'junto a Rajoy, Mayor Oreja y Rato', que el martes a primera hora de la mañana tenían cumplida información de los cambios que se anunciarían horas más tarde.

El martes, a las tres de la tarde, la mayoría de los periódicos en sus páginas de Internet, las emisoras de radio y los canales privados de televisión anunciaban ya la crisis de gobierno, aunque aún no se sabían con certeza los cambios ministeriales. Sin embargo, el telediario de las tres de la tarde de TVE-1 abrió con los encierros de San Fermín, y en ninguno de sus titulares se dejaba entrever nada de lo que hablaba el resto de los medios del país.

Hasta el último minuto, hasta las ocho de la tarde del martes, el momento en que se anunciaron con una escueta nota los nombramientos, todo estaba atado. Sin embargo, las voces críticas en el seno del propio partido se desataron.

La voz que más clara y rotunda ha sonado es la del antiguo secretario general del PP Francisco Álvarez-Cascos. El ministro de Fomento dijo el jueves que mientras él tuvo la responsabilidad de tener cargos en el partido procuró no confundirla nunca con cargos en el Gobierno, en alusión a Javier Arenas, recién nombrado ministro de Administraciones Públicas. No obstante, Cascos se mostró convencido de que con los nuevos cambios se preservará la independencia debida entre el Gobierno y el partido.

Pero el nombramiento de Arenas no ha sido el único motivo de malestar entre algunos líderes. La lealtad del anterior titular de Trabajo, Juan Carlos Aparicio, ha sido mal recompensada. En la toma de posesión del nuevo ministro, Eduardo Zaplana, varios funcionarios se acercaban acongojados hacia Aparicio y le decían que había sido un honor trabajar con él. [El ambiente, por cierto, era bien distinto al que se respiraba en La Moncloa con la llegada de Mariano Rajoy al Ministerio de la Presidencia y la salida de Pío Cabanillas. Funcionarios y periodistas reían con los sarcasmos de Rajoy].

'Hacía bastante tiempo que quería volver a Burgos por motivos familiares de salud', comenta un alto dirigente del partido en relación al ex ministro de Trabajo. 'Además, Aparicio había dicho que le gustaría ser candidato a la alcaldía de Burgos. Y ésas son dos buenas razones para nombrar a otro ministro. Pero seguro que hubiese preferido que su cese hubiese ocurrido más tarde. Primero, porque así habría menos tiempo de confrontación electoral y la oposición local tendría menos tiempo para atacarle; y segundo, porque, al producirse su relevo en un tiempo tan próximo a la huelga general, es inevitable que piense que lo han cogido de chivo expiatorio', comenta el citado responsable.

Entre las numerosas lecturas que se han hecho esta semana de todos los movimientos en el tablero de Aznar, un dirigente del PP señalaba: 'Zaplana viene a Trabajo porque es un ministro que en un momento dado puede plantarle cara a Rato. Y eso no ocurría con Aparicio. Habrá que seguir ahora de cerca las relaciones entre Zaplana y Rato, porque Zaplana viene además con una política de servicios sociales muy avanzada en su comunidad'.

Hasta uno de los cambios que parecían más previsibles ha dejado un regusto amargo. Celia Villalobos, ministra de Sanidad, declaró que, como jugadora de balonmano, entendía que un entrenador tiene todo el derecho del mundo a decidir si su equipo ha de jugar por la izquierda o por la derecha. 'Celia Villalobos ha pasado lo peor de la legislatura, se ha encontrado con lo de las vacas locas', señala el citado dirigente. 'Y ahora que en los próximos dos años no iba a tener ninguna complicación, que podía lucirse, la destituyen. Es inevitable que ahora piense: '¿Me ha valido la pena dejar la alcaldía de Málaga, donde tenía garantizada la mayoría absoluta?', señala la misma fuente.

Pero no es el trato recibido por el alcalde de Madrid, ni la destitución de Aparicio, ni la de Celia Villalobos lo que ha suscitado más sorpresa. 'Lo de Interior y Justicia es lo que más trabajo cuesta entender', indicó un miembro del Gobierno. 'Acebes lo estaba haciendo muy bien en Justicia. Había consolidado su gestión. Meterlo en Interior es vestir un santo para desvestir a otro; además, del Ministerio de Interior puede salir chamuscado. Una posibilidad habría sido buscar otro perfil de político para ese ministerio'.

Y a partir de ahora, con este nuevo Gobierno, ¿cuáles serán los principales retos? Arenas los recita en menos de cinco segundo: 'El terrorismo; la economía, que tenderá a ir al alza; la calidad de la enseñanza; la reforma fiscal...'. Sin embargo, otro dirigente del PP lo resume en una sola asignatura pendiente: la economía. 'El principal reto de este país es que termine el año 2002 con la crisis económica superada. Si en 2003 estamos creando empleo a un ritmo de 300.000 o 400.000 puestos de trabajo por año, todo esto de si se recibe a Cándido Méndez o si se habla o no con Comisiones Obreras habrá quedado en pura anécdota'.

¿Y Gibraltar? ¿Y Marruecos? ¿Se puede sustituir a un ministro de Exteriores en plena negociación con el Reino Unido? 'Es que al final el año tiene 12 meses, y los meses, casi siempre, 30 días. Si queremos que Piqué sea candidato del PP a Cataluña, tendrá que disponer de un tiempo para prepararse el terreno', señala otro dirigente del PP.

Álvarez-Cascos, Arenas y Aznar, en la clausura del XIII Congreso del Partido Popular, en 1999.
Álvarez-Cascos, Arenas y Aznar, en la clausura del XIII Congreso del Partido Popular, en 1999.GORKA LEJARCEGI

El trasfondo de la sucesión

'No le hagamos el juego a Aznar'. La frase la pronunciaba un alto dirigente del PP el pasado jueves, tras el homenaje a las víctimas del terrorismo que se celebró en el Senado. 'Si nos ponemos ya a ver quién va a ser el nuevo secretario general o qué va a pasar con Ruiz-Gallardón si arrasa en Madrid, le estamos haciendo el juego a Aznar'. Se refería el dirigente del PP al supuesto regocijo que encuentra el presidente del Gobierno en desatar rumores, hipótesis y augurios que luego nada tienen que ver con sus intenciones. Sin embargo, el mismo dirigente que alertaba sobre el riesgo de hacerle el juego a Aznar no pudo reprimir una interpretación de sus movimientos: 'Lo que ha hecho Aznar es como una jugada de ajedrez. La ha iniciado con la apertura, abriendo peones; es decir, presentando muchos posibles candidatos a sucederle, de forma que la oposición no podrá centrarse en uno ni en dos ni en tres. Más tarde comenzará la fase de ataque, en la que irá cerrando el número de candidatos. Y al final vendrá el jaque mate; es decir, el nombramiento de uno solo'. 'Ahora', comentaba otro dirigente del PP, 'los mismos analistas que hace meses hablaban de tres candidatos a la sucesión ya hablan de seis. Añaden a Rato, Rajoy y Mayor Oreja las opciones de Zaplana, Acebes y hasta Ruiz-Gallardón en caso de que arrase en Madrid. Pero es absurdo hablar de candidatos a la sucesión antes de las elecciones municipales del próximo mayo. Cuando a la mañana siguiente empecemos a abrir los periódicos, todas las previsiones anteriores habrán caducado'.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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