Crónica nocturna de un interior
No se conoce aquí casi nada de la obra de Hou Hsiao-hsien, un veterano cineasta chino de la escuela de Taiwan, en la que alcanza alturas de fundador. De su ya vasta obra, que tiene proporciones colosales en su cumbre de Tiempo de vivir y tiempo de morir, La ciudad de la tristeza y El maestro de marionetas, sólo esta última se ha estrenado en España y, obviamente, se dio a conocer (o a desconocer) de manera casi secreta y alcance cercano a lo clandestino. Ahora nos llega su última obra, esta Millenium Mambo, una intensa, rara y estilísticamente poderosa crónica de la vida contemporánea en el eje del cambio de siglo, que alcanzó un importante reconocimiento en el festival de Cannes del año pasado.
MILLENNIUM MAMBO
Dirección: Hou Hsiao-hsien. Guión: Chu Tien-wen. Intérpretes: Shu Qi, Jack Kao, Tuan Chun-hao, Takeuchi Jun, Takeuchi Ko, Niu Chen-er, Kao Kuo-guang, Chen Yi-hsuan, Jenny Tseng. Taiwan, 2000. Género: drama. Duración: 105 minutos.
No es Millenium Mambo una película aconsejable a quienes acuden al cine como se va a una fiesta guapa y cómoda, en la que el bufé ya está servido y el cóctel hecho y predigerido. Es cine de transcurso duro, abrupto y que a ratos roza lo hermético. Su materia es una escueta averiguación interior, la crónica de paredes adentro de un triángulo de personajes de este tiempo y no importa qué latitud, que no da concesiones a la facilidad y pide esfuerzo al espectador, el compromiso de éste con el cine como forma de conocimiento y no como entretenimiento y nada más.
Hou Hsiao-hsien, tras su apasionante buceo formal -su estilo de filmación es uno de los más complejos y más refinadamente elaborados del cine de ahora- en las espaldas del tiempo pasado, que tuvo como eje los filmes antes referidos, baja a ras de este tiempo y emprende una crónica más de alrededores, más de busca de raices cercanas y sumergidas en las grietas del asfalto contemporáneo. Y esta mirada al espejo le conduce directamente a Millenium Mambo, donde el cineasta, que siempre afronta retos formales, filma el salto de dos siglos con la inmediatez de un brinco de instantes.
No elude Hou Hsiao-hsien, como de costumbre, las dificultades, e incluso los enrevesamientos formales. Y busca el cauce y el signo de la aceleración del tiempo en el interior de un interior, en un universo nocturno cerrado, viciado, en el cerco sin salida del carácter de tres personajes. Y, sobre todo, de una mujer, una joven de ahora, que sin percatarse de ello sufre el desgaste de la velocidad de vivir y se deja -pegada a la emulsión del celuloide pesimista este raro maestro del cine moderno- la piel de una escurridiza identidad, erosionada por el paso de un tiempo que sólo deja que la mirada capture lo que tiene de efímero, lo que tiene de fugacidad, lo que tiene de flujo destinado a ser nada cuando pasa.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.