Investigadores españoles compran la empresa científica belga Starlab e instalan su laboratorio en Barcelona
Starlab, el sueño de un MIT europeo con sede en Bruselas y delegación en Barcelona, quebró el 12 de junio de 2001 víctima de la crisis de las empresas tecnológicas. Ahora renace en España de la mano de un pequeño grupo de científicos que trabajaron en el proyecto.
Tras comprar la marca (por una cantidad no especificada), los nuevos propietarios han aprovechado las antiguas instalaciones de Barcelona en el observatorio astronómico Fabra, inauguradas pocos meses antes de la quiebra. La nueva iniciativa ha aligerado desde 60 hasta 2 el número de áreas de interés (la observación de la Tierra y el análisis de datos y la neurobiología, muy interrelacionados).
La utopía, creada en 1997 por el empresario belga Walter Brouwer, investigaba en áreas tan distintas como la ropa inteligente, la nanotecnología y los viajes en el tiempo. Contaba con el apoyo financiero de las empresas Levi's, Philips, AT&T, Siemens y France Telecom. Al final, 70 investigadores de 33 países se quedaron sin trabajo.
Algunos no tiraron la toalla. El físico teórico Giulio Ruffini, nacido en Barcelona, y Manel Adell como socio decidieron reflotar la idea con una propuesta mucho más sencilla. 'Queremos llevar la ciencia al ciudadano con aplicaciones prácticas', comenta Ruffini, director general. En ello trabaja un equipo de ocho personas, más dos colaboradores. El objetivo es capitalizar el conocimiento y darle salida comercial. Ambos campos -las tecnologías para la observación terrestre y el análisis del cerebro humano- beben de las mismas fuentes: la creación de instrumentos y algoritmos matemáticos.
Una pata importante del proyecto es la unidad de transferencia tecnológica: se ocupa de descubrir proyectos universitarios de investigación con posibilidades comerciales (ya ha encontrado algunos) y buscarles socios industriales.
Starlab participa con la Agencia Espacial Europea en el proyecto Paris, una red de nanosatélites de órbita baja (con un peso inferior a 10 kilogramos) que junto con unos pequeños sensores situados en barcos, plataformas petrolíferas, aviones y puntos de la costa o ríos servirán para controlar el estado del mar, la pesca, las rutas marítimas o el cambio climático.
El sensor OceanPal, que desarrolla Starlab, incluye un sistema de posición por satélite y aprovecha las señales reflejadas en el mar.
En otro proyecto, Starlab desarrolla software y equipos para monitorizar el cerebro y las constantes biológicas durante el sueño.
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