El robo del siglo XXI
Tuvo que pasar Antonio Barreda a la enfermería después de matar su toro para que la cogida que sufrió hiciera de escudo ante uno de los atracos más flagrantes del siglo XXI. La corrida de Santiago Domecq tiene muchos calificativos en su contra. Se puede hablar de fraude, además de la enorme trampa de la fiesta y del timo del tocomocho. Los toros enviados a Pamplona rozan el atraco perfecto con unos pitones muy ofensivos, sin embargo los toros no tenían fuerza alguna para moverse por la arena. Fueron auténticos mulotauros. Toda la tarde estuvieron rodando por los suelos y continuamente genuflexos. Caían al suelo como ovillos de lana poco virgen. Se devolvieron dos toros, uno del propio Santiago Domecq y otro de Manuel Ángel Millares, pero se pudieron haber devuelto todos, y decimos todos y no quitamos una coma de lo dicho.
Domecq / Dávila, Abellán, Barreda
Toros de Santiago Domecq, inválidos, el 3º fue sustituido por un sobrero de Manuel Ángel Millares, y a su vez fue devuelto y salió otro sobrero también de Manuel Ángel Millares. Eduardo Dávila Miura: dos pinchazos -aviso-, tres pinchazos y estocada (aplausos); estocada (petición de oreja y vuelta); en el que mató en sustitución de Antonio Barreda: pinchazo hondo, pinchazo y estocada (silencio). Miguel Abellán: estocada (petición de oreja y vuelta); estocada corta (aplausos). Antonio Barreda: vuelta (pasó a la enfermería). Plaza de toros de Pamplona: Cuarta de feria. 9 de julio. Lleno.
Parece mentira que la Feria de Pamplona sea llamada la Feria del Toro y sin embargo los toros no han aparecido por ningún sitio. Ante esto cabe hacerse la pregunta más sencilla del mundo: toro, ¿dónde estás?
Por mucho que Eduardo Dávila Miura toreara a su primer ejemplar con suavidad en las series de derechazos, corriendo bien la mano, incluso que fueron muletazos largos, por tener delante suyo un animal inválido su labor careció de interés, de emoción y de importancia. Lo mismo aconteció en su segundo toro que instrumentó en especial con largura sus derechazos, además de realizar un pase de pecho muy hondo y dos ayudados por alto muy templados. Si no hay toro enfrente todo lo que hiciera carecía de interés. Sí tuvo cierto mérito lo realizado al sexto de la tarde, que fue el toro con el que sustituyó a Antonio Barreda. Lo decimos porque ante un toro de embestida descompuesta, posiblemente por su falta de fuerza, hizo un toreo a base de derechazos sobre todo y naturales, lo que viene a llamarse toreo campero: esto es, toreo de piernas, con giros de muñeca rápidos, y en ocasiones macheteándole por los dos pitones.
De igual modo hay que juzgar la labor de Miguel Abellán. A sus dos toros trató de torearlos con cierto gusto, mas los pases no cobraban demasiado valor porque volvía a tener un toro blandísimo. Tanto en su primero como en su segundo. Era espantoso, o busquemos algo más duro, daba pena contemplar algunos toros con enormes cabezas pero sin fuerza en el cuerpo y nada de nada.
Que hubo un par de toros babosillos, que embestían bien y todo lo que se quiera decir, pues sí, empero hay que volver a decir que estábamos ante animales sin lo que tiene que tener un toro bravo: fuerza, raza, acometividad y prestancia en aquello que califica a un toro verdadero de lidia. Eso que decía Hemingway: 'Un verdadero toro de lidia no tiene miedo a nada ni a nadie y, en mi opinión, es el animal más hermoso que pueda verse, ya sea en movimiento o en reposo'. La cita en este contexto resulta una broma de alondra hiperestésica.
Antonio Barreda trató de torear al segundo sobrero de la tarde con suavidad, con templanza, pero también ese toro no tenía fuerza... Salvo para dar una cornada en primera instancia, y luego otro achuchón fuerte al ir a entrar a matar. Se notó que es un torero de raza, porque antes de pasar a la enfermería todavía tuvo arrestos para dar la vuelta al ruedo. Al final de la corrida estuvimos con su apoderado Óscar Chopera y nos pudo dar un parte más o menos oficial que lo argumentó con estas palabras: 'Tiene una cornada muy profunda en el muslo, que no atañe a ningún órgano vital, además de un destrozo en el escroto y un desgarro en un testículo'. Como en ese momento todavía estaban operándole, las palabras de Chopera, improvisadas al acabar la corrida son el testimonio que ofrecemos a una hora muy tardía de la noche.
Sin duda, los toros inválidos también pegan cornadas. Al respecto decía el maestro Antonio Ordóñez: 'A mí lo raro no es que me cornee un toro, lo raro es que me pille un tren'.
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