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Estimulación multisensorial para ayudar a discapacitados psíquicos

Un centro de Valencia experimenta con luces, sonidos, aromas y tacto

Las hebras de luz de fibra óptica cambian de color ante la mirada atenta e incansable de su usuario. En la cama de agua, una fisioterapeuta relaja los músculos, siempre en tensión, de una persona espástica. La música, suave, y la poca luz dan a la habitación un ambiente relajado, apacible. En una esquina, alguien se abraza a un tubo grueso de plástico, relleno de líquido, iluminado por dentro y en el que flotan burbujas de colores. Es la sala snoezelen, un empeño de Mari Carmen Garre para que los disminuidos psíquicos, que tienen cerradas algunas puertas sensoriales, encuentren otras maneras de relacionarse con el mundo, de sentir placer, de reconocer su piernas o sus ojos en un lugar de experimentación multisensorial.

'Les gusta mucho, pero esta sala no produce curaciones repentinas'

'Vimos una sala parecida en León y decidimos que queríamos tener una así en Valencia'. Mari Carmen Garre, psicóloga, es la directora de la residencia L'Almara, en Burjasot, junto a la capital del Turia. Allí hay 71 personas, 21 en régimen de media pensión, que padecen distintas dolencias psíquicas, desde síndrome de Down hasta esquizofrenia pasando por hemiplejias espásticas y otros trastornos diversos. Todos tienen en común la dificultad para relacionarse con el mundo que les rodea. 'Este verano', explica Garre, 'cumplimos un año con la sala abierta y, aunque estamos haciendo un estudio de evaluación en profundidad, yo no lo necesito para saber que esto ha sido un éxito. Me basta con ver la cara de los chicos cuando les toca sesión en la sala'.

Y, desde luego, hay carreras y gritos de excitación cuando va a empezar la sesión. Y decepción en aquellos a los que no les toca ese rato, esos 45 minutos de engancharse a los sentidos. 'La verdad, no tenemos certeza de cómo actúa esto, de por qué les gusta tanto, pero en algunos casos hemos visto que han mejorado mucho. Por ejemplo, tenemos un chico hemipléjico y espástico que está todo el día en tensión, hecho un cuatro, y, sin embargo, en la sala se estira y se relaja, es un gusto verle'.

No hay, detrás de esto, un corpus teórico que lo avale, pero las salas snoezelen, de las palabras holandesas snuffelen, que significa olfatear, y doezelen, que es el plácido bienestar de la somnolencia, son cada vez más habituales en este tipo de centros. Luces y sonidos, aromas, tacto y tranquilidad en dosis adecuadas para conseguir estimular a quienes parecen muy difíciles de estimular. 'Era una apuesta difícil, dice Mari Carmen Garre, pero nos arriesgamos y nos salió bien'.

La residencia de Burjasot depende del Instituto Valenciano de Atención a los Discapacitados, el Ivadis, que dirige Jorge Peña. 'Tenemos una red de 18 centros en la que tenemos a los 1.049 deficientes psíquicos, más profundos o más leves, de la Comunidad. En éste es donde hemos puesto la primera sala snoezelen. La montamos respondiendo a la inquietud para ofrecer alternativas a las terapias clásicas y estamos muy contentos con el resultado. Seguro que en pocos años habrá más por toda España, pero de momento, que yo sepa, solo funcionan la de León y ésta'.

Además de la sala snoezelen, en el centro se utilizan como terapia la jardinería, los juegos y 'todo lo que se nos ocurre', dice Mari Carmen Garre. 'Creo que es más importante la imaginación que los recursos. De hecho, tenemos muchos proyectos, algunos ya en marcha, como la equinoterapia, que ya estamos empezando y en la que el chico se encarga del cuidado del caballo. No es montar y nada más, sino conseguir que se responsabilice de un ser vivo, una terapia muy buena. Pero también pretendemos, cuando podamos, hacer terapia con delfines o con las nuevas tecnologías. Tenemos un proyecto, que estamos empezando ahora, para usar ordenadores y hacer terapias con realidad virtual'.

Como el ejemplo de L'Almara está funcionando, dice Jorge Peña, 'la idea es extenderlo a otros cuatro centros de la Comunidad, tanto donde tenemos enfermos profundos como otros con enfermos leves. Es una buena alternativa a las salas de aislamiento para conseguir una buena relajación. Siempre estamos dando vueltas a ver cómo podemos mejorar el servicio que damos a los chicos y con estas historias todos salimos ganando'.

Aromas, sonidos, colores y tacto, puertas que todos tenemos abiertas y por las que recibimos lo que sabemos del mundo. La sala snoezelen permite que, quienes tienen cerradas esas puertas, encuentren un resquicio por el que les entra una fracción del mundo, y eso hace que se encuentre mejor en él, que lo entiendan un poco. Sin embargo, insiste Mari Carmen Garre, no hay que perder la perspectiva: 'sabemos que les gusta mucho pero no nos engañemos, no hay milagros, esta sala no produce curaciones repentinas'.

Sala de estimulación multisensorial de la residencia Almara, de Burjasot.
Sala de estimulación multisensorial de la residencia Almara, de Burjasot.MÓNICA TORRRES

'Snoezelen' en el mundo

Hay una fundación internacional que organiza congresos y edita una revista en Internet (http://www.swwf.com/) sobre este tipo de salas sensoriales. Creado originalmente en Holanda, este movimiento cuenta ya con asociaciones en Canadá, Japón, Australia, Escandinavia, el Reino Unido y Estados Unidos. Los objetivos de la asociación son diseminar el conocimiento y el uso de este tipo de salas para discapacitados. El primer congreso mundial tuvo lugar en el Reino Unido, en 1997; el segundo, al año siguiente, en Alemania y hay previsto un tercero, que se celebrará en Canadá. Además de sus usos con enfermos psíquicos, las salas snoezelen se utilizan también con enfermos de Alzheimer y otras patologías, incluidos estrés y ansiedad. En el mundo hay un número cada vez mayor de salas de este tipo. Canadá, con 26, es el país que más tiene instaladas, seguido de 11 en Estados Unidos, siete en el Reino Unido, tres en Australia, dos en Israel, una en Alemania y una en Hong Kong, además de las dos que hay en España. Se trata de un movimiento que está tomando cada vez más fuerza y que, pese a no prometer ningún tipo de curación, permite a los usuarios un bienestar que, como explica Mari Carmen Garre, 'se les nota en la cara'.

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