Cornada en el hombro a un mirón
Los siempre peligrosos Cebada Gago completan un encierro rapidísimo, saldado con un herido grave y dos leves
Aureliano Fernández Centenera sólo estaba mirando, pero lo hacía en uno de los puntos más peligrosos del encierro. No hay más que ver detalladamente la televisión cada mañana para comprobar cómo acarician los cuernos ese ángulo inicial de la cuesta de Santo Domingo. Aureliano, vecino de Guadalajara, de 44 años de edad, fue el único herido por asta de toro del segundo encierro de San Fermín, una carrera muy limpia y rápida, de menos de tres minutos, protagonizada por los astados de Herederos de Cebada Gago, una de las ganaderías con mayor historial de sangre de las fiestas navarras: 21 cornadas en sus últimos nueve sanfermines.
Aureliano fue intervenido quirúrgicamente de una grave cornada en la parte superoanterior del hombro izquierdo y neuroapraxia de radial. Estaba mirando de frente la furia de una manada que siempre se escora hacia ese lado. Aureliano formaba parte de ese pequeño grupo de personas que corren en dirección contraria, cuesta de Santo Domingo abajo, acercándose a la manada que acaba de salir para apartarse en el último instante al vallado y limitarse a ver pasar, en un instante, el rayo blanquinegro de astados y cabestros. Pero un cebadagago lo arrolló con el asta izquierda, que limaba la curva, y lo arrastró varios metros por la acera dejándolo malherido.
Este año, unos cebadagagos astifinos y con menos kilos que en ediciones anteriores no hicieron honor a su fama de peligrosos. Eso sí, pisotearon en la plaza del Ayuntamiento a Francisco Javier Ozcoidi, de 36 años, vecino de Pamplona, a quien causaron un traumatismo craneal, y en el callejón de la plaza de toros al británico Kevin Kennedy, de Heaton Newcastle, de 29 años, produciéndole una contusión en el pie derecho. Ambos fueron trasladados en ambulancia a centros hospitalarios.
La mitad de la manada no se separó un instante de los cabestros, que a diario abren el recorrido a gran velocidad. Los otros tres morlacos se fueron descolgando tras caerse en el adoquín mojado. Este de la humedad es uno de los sempiternos debates que acompañan a los modernos encierros. Los equipos de limpieza trabajan contrarreloj retirando las basuras entre las siete y las ocho de la mañana. Usan agua a presión, que elimina la grasa acumulada en los adoquines durante la juerga nocturna. Pero, dada la escasa antelación con la que se ven obligados a trabajar, el suelo suele estar húmedo en el momento del encierro. Los equipos de la adjudicataria FCC aseguran que, pese al riesgo, es el mejor sistema.
Ayer, a pesar de la lluvia caída poco antes y de persistir la presencia de un gran número de corredores, los toros se cayeron más bien poco y fueron noblemente hasta los corrales, haciendo caso omiso de los incautos que tocaban sus cuernos y abrazaban sus lomos. La Policía Municipal detuvo en Mercaderes a dos personas que intentaron agredir en pleno encierro al joven bilbaíno Iker Araujo, uno de los pastores que azuzan la manada y protegen la carrera.
Por otro lado, los tres corredores corneados en el primer encierro que permanecen ingresados en hospitales navarros evolucionan satisfactoriamente.
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