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Llamazares condiciona el proceso soberanista al cese de la violencia

Frutos asegura que el texto es 'la peor forma de buscar una solución'

Carlos E. Cué

La dirección de Izquierda Unida se desmarcó ayer de la línea seguida por su federación en el País Vasco, Ezker Batua, que forma parte del Ejecutivo de Euskadi y ha firmado la nueva propuesta soberanista. Gaspar Llamazares, el coordinador general de IU, dijo que este tipo de cuestiones 'deben subordinarse al cese de la violencia', algo que ni figura en el texto ni defienden los dirigentes de Ezker Batua, liderados por Javier Madrazo.

La posición de Ezker Batua, que ha suscrito punto por punto el informe soberanista presentado ayer en la ponencia de autogobierno del Parlamento vasco, ha sembrado una discrepancia que contrasta con la sintonía que tradicionalmente mantienen Madrazo, coordinador de EB, y Llamazares, máximo dirigente de IU.

Este último tiene muy claro que las 37 competencias que reclama el Gobierno vasco son perfectamente legítimas, y sostiene que el bloqueo que ha hecho el PP con ellas 'es gravísimo'. La discrepancia viene en la segunda parte del documento, que anuncia la apertura de un nuevo proceso soberanista que supere el actual Estatuto de Autonomía. En el fondo, Llamazares está de acuerdo con este planteamiento. De hecho, IU siempre ha defendido un modelo federal para España. Pero el coordinador general sostiene que para iniciar ese proceso antes hay que lograr un gran clima de acuerdo, que concluiría en un referéndum. Y todo eso sólo se puede producir, dice Llamazares, si ETA deja de matar.

El líder de IU fue tajante ayer: cualquier propuesta de este tipo 'debe subordinarse al cese de la violencia', ya que en condiciones de 'presión terrorista' no puede negociarse una 'nueva salida política de forma libre a las relaciones entre Euskadi y el resto del Estado, ni tampoco, y mucho menos, abrir un proceso de referéndum'.

Pero ese condicionante no está por ninguna parte en el documento de la ponencia. De hecho, los dirigentes de Ezker Batua, Madrazo en primer lugar, no lo ponen encima de la mesa, y sostienen que aceptar eso sería como asumir que 'no se puede hacer política mientras ETA mate'.

El peor momento

Las discrepancias no se quedan ahí. Primero, la dirección de IU no cree que sirva para nada este ultimátum de dos meses al Gobierno central para que ceda las competencias. Y mucho menos asumir las competencias de forma unilateral. IU apuesta por un mecanismo legal más claro: plantear un conflicto de competencias al Tribunal Constitucional, aunque sea un proceso lento.

Y por encima de las cuestiones de fondo está la estrategia. Llamazares considera que éste es el peor momento político para plantear de nuevo un debate sobre el desarrollo soberanista del País Vasco. Sobre todo porque este asunto será utilizado, dice, por el PP para 'eludir sus múltiples problemas' tras la huelga general y centrar el debate sobre el estado de la nación en las cuestiones del País Vasco.

A pesar de todo, Llamazares trata de destacar la aportación positiva de IU en el Gobierno vasco. Sostiene que, gracias a ellos, el PNV se ha moderado y ahora al menos acepta el Estatuto como base para futuras reformas.

Pero la posición de Ezker Batua ha provocado reacciones aún más agresivas en otros sectores de la coalición, especialmente el que lidera Francisco Frutos, secretario general del PCE. Éste dijo ayer que lo que ha hecho el Gobierno vasco constituye 'la peor forma de buscar un solución sensata y prudente' para el problema de Esukadi.

Pese a su sintonía, Llamazares discrepa de vez en cuando con el coordinador vasco. Sobre todo por sus valoraciones sobre las actuaciones del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón. Pero nunca se ha acercado a los enfrentamientos que tuvo Madrazo con el anterior líder de IU, Julio Anguita, o con el propio Frutos. Por dos motivos, según reconocen en su entorno: primero, porque Llamazares apostó por la entrada de IU en el Ejecutivo vasco y luego en el aragonés para dar un nuevo impulso a la coalición desde los centros de poder. Y ello pese a que en la campaña electoral llegó a prometer que no entrarían en el Ejecutivo vasco si no lo hacía también el PSOE.

El segundo argumento, y según los críticos el más importante, es que Madrazo significó un apoyo muy importante en la Asamblea que enfrentó a Llamazares y Frutos, y que el primero ganó por un voto. Quienes le critican dicen que ahora Llamazares paga ese apoyo mirando hacia otro lado de vez en cuando.

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