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Columna
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El tiempo que viene

Con cuánta razón experimentada escribió Luis Vives aquello de 'vivimos tiempos difíciles en los que no es posible hablar ni callar sin peligro'. Y más recientemente El Roto, viendo la situación del episcopado español en Gescartera y su resistencia a ofrecer disculpas por las molestias ocasionadas a sus fieles, proponía una adaptación de ese modismo evangélico y hacía decir desde el púlpito al orador sagrado: 'En aquellos tiempos dijo Jesús a sus accionistas...'. Claro que las referencias al tiempo están cargadas de una polisemia peligrosa. Por eso, hace años que el Instituto Nacional de Meteorología (INM) en su libro de estilo propuso valerse de un término vigente en el diccionario de la Real Academia, temperie, para acabar con el equívoco actual que seguimos arrastrando para general confusión entre el tiempo cronológico y el tiempo atmosférico. En el idioma inglés la cuestión está resuelta con vocablos tan distintos para cada una de las acepciones como time y weather. Pero aquí todos los intentos de acreditar el uso de temperie siempre a nuestra disposición han sido vanos y de ahí que sigamos enredados en tan penosa anfibología.

En todo caso conviene volver sobre esta cuestión de la meteorología ahora que el Gobierno tripartito del País Vasco acaba de declarar su intención de asumir el ejercicio de las competencias del Estatuto de Guernica todavía pendientes de ser transferidas pese a tratarse de una Ley Básica de obligado cumplimiento para las autoridades del Estado, habida cuenta de que entre ellas figuran al parecer las propias del INM. Semejante ultimátum de los de Vitoria ha sido considerado por los del PP como un 'chantaje', pero más allá del lenguaje abrupto propio de estos desencuentros debería procederse al examen analítico de las pretensiones y a la cuidadosa evaluación de las consecuencias previsibles según sea el comportamiento que se adopte. Otra cosa es que al Gobierno corresponda dar ejemplo permanente en el cumplimiento de las leyes y alejar de su trayectoria cualquier sombra de actitud caprichosa o partidista. Por eso cundieron sospechas sobre el comportamiento del primer Aznar, el de la legislatura sin mayoría absoluta, al escuchar reiteradamente de boca de los dirigentes del PNV que habían logrado en los dos años iniciales del Ejecutivo aznarí más que en los 14 precedentes de los socialistas. Más aún cuando constaba que los del PP pretendían el voto peneuvista para la investidura de su líder entonces emergente.

La actual situación política en pleno uso y disfrute de la mayoría absoluta es otra y la prueba es que Álvarez-Cascos ha dejado de remitir camelias asturianas a Arzalluz y de ser correspondido con botellas de las más excelentes cosechas de Rioja alavesa. Todo apunta a parálisis en las transferencias mientras se alimentan las hostilidades PP-PNV, aunque esta última formación al igual que EA haya denegado cualquier ayuda a Batasuna mientras ésta no pida el fin de ETA. Pero por si acaso hubiera desbloqueo, se preguntaba ayer un buen amigo periodista en la cadena SER sobre los efectos que en el comportamiento de las variables climáticas de temperatura ambiente, presión atmosférica, humedad relativa, dirección y fuerza de los vientos dominantes, pluviosidad, etcétera pudiera tener el desguace del INM y el traspaso de sus competencias a las comunidades autónomas.

Desde luego en algunas regiones del Norte un viajero atento puede apreciar el disgusto permanente manifestado por los representantes del sector de la hostelería en relación con los avances de la temperie esperada difundidos por TVE en sus informativos con cargo al INM. Por ejemplo, en Cantabria cualquiera que sea reconocido como procedente de Madrid, el lugar geométrico donde tantas veces se residencian todas las adversidades, se expone a ser interpelado de modo más o menos amable o impertinente sobre la diferencia entre el pronóstico difundido de mal tiempo, siempre tan dañino por desalentador de las reservas hoteleras, y la realidad climática que se insiste en presentar como mucho menos adversa cuando no del todo benigna. La cuestión es si se llevará el principio de subsidiariedad hasta el pronóstico del tiempo y si pronosticará cada comunidad autónoma el tiempo atmosférico que consideren los empresarios del sector turístico más favorable para cumplir sus objetivos. La solución, el próximo martes tras el debate sobre el estado de la nación, que nos permitirá barruntar mejor el tiempo que viene. Atentos.

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