Cyrano de Bergerac revive sus pendencias y amores en Almagro
Teatro Meridional presenta una despojada versión de la obra
Actuar en el Corral de Comedias de Almagro es un auténtico lujo y, al mismo tiempo, una trampa. Un lujo por la perfecta estructura de su escenario y una trampa porque, por su condición de monumento histórico, no permite casi otra escenografía que su estructura desnuda. Éste era el reto para Teatro Meridional, que ha estrenado en este espacio una versión concentrada pero fiel del Cyrano de Bergerac de Edmon Rostand.
La adaptación del clásico romántico, a cargo de Julio Salvatierra, ha sufrido podas y traiciones notables para lograr reducir la pieza a sólo cuatro actores. Pero la adaptación le sienta como un guante a este Teatro Meridional, que hace del despojamiento virtud. A fuerza de entrar y salir por las numerosas puertas y balcones, lo que consiguen es que los intérpretes recorran un largo laberinto sin moverse del sitio.
Son actores con un estilo brusco. Sueltan sus réplicas como quien suelta un galgo. En su caso, parece que el proceso interior se mueva por resortes y que las sutilezas del alma sean muelles que saltan de las tripas de un sillón desventrado. Cyrano es justamente un juego de seducción por medio de la palabra, y la palabra es entendida, en su ingenio, como espejo del alma. Podría pensarse que la brusquedad de Teatro Meridional no le conviene a Cyrano y, sin embargo, no hay frase que no claven en su sitio como un dardo.
Son sólo cuatro personajes; Cyrano, el pendenciero tímido en amores (Óscar Sánchez); Roxana, la mujer a quien Cyrano nunca confesará su amor (Marina Szerezevsky); Christian, el topre enamorado al que Cyrano prestará su ingenio (Álvaro Lavin), y Margarita, una vieja alcahueta que es la confidente de Cyrano (Paloma Vidal). Bastan estos cuatro personajes para narrar una estupenda historia de amor romántico. Les bastan cuatro piezas de ropa a modo de vestuario, una nariz larga en el centro del rostro de Cyrano y su talento para arrastrar al público. Frente al exceso y despilfarro, Teatro Meridional sabe volver a la verdadera esencia del teatro. Lo ha hecho adaptando su montaje a la estructura escénica del Corral de Comedias, lo que pone en evidencia que tanto oropel como suele aplicarse a los clásicos del Siglo de Oro es innecesario.
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